El pasado fin de semana se celebró en Durango la última edición de la “Feria Berdeago nature: feria de la eficiencia energética e innovación mediambiental”. Un evento que congregó a cerca de 50 expositores en el ámbito de la sostenibilidad. Y el próximo fin de semana, también en el Landako Gunea de Durango, se desarrollará la “feria Berdeago nature: feria del consumo responsable”
Afortunadamente, cada vez estamos más concienciados en la imperiosa necesidad de cuidar el planeta. En todos los sentidos. Porque los recursos son limitados. La destrucción de algunos hábitats naturales y sobretodo el calentamiento global de la tierra deben ser bloqueados y detenidos inmediatamente.
La energía del futuro debe ser la energía del presente. Energía limpia, que contamine lo mínimo, tanto en su fabricación como en su distribución y consumo. Las grandes eléctricas solo han reaccionado cuando la cuota de mercado que han perdido en pocos años ha comenzado a ser lo suficientemente perjudicial en sus cuentas anuales. Las nuevas empresas comercializadoras de electricidad (en total, más de 200) como Lucera, Holaluz, etc presumen de algo esencial: producción de electricidad a través de energías 100 % renovables, y además a un precio más asequible que el de las grandes productoras oligárquicas. ¿Qué más se puede pedir? Por ello, el cierre que ha realizado Endesa en las centrales térmicas en As Pontes (A Coruña) y Carboneras (Almería) es sin duda una grandísima noticia, pero se realiza simplemente para intentar limpiar su imagen. Aprovechando además que han dejado de ser rentables por el incremento de la tasa en nuestro país a las emisiones de CO2.
Debe haber muchas más pasos en esa dirección. También en el campo de las centrales nucleares, cuyo peso en España para la producción de electricidad no es elevado, pero sí en otros países como Francia.
La feria Berdeago nature (a pesar de su escasa afluencia de público) incluyó información muy interesante sobre instalaciones que paulatinamente se irán incorporando a nuestra vida. Como los sistemas de extracción de aire interior con recuperación de calor o las calderas de biomasa (materia orgánica utilizada como fuente de energía). Incluso se ofrecía información de producción de energía gracias a pequeños molinos de viento para instalación doméstica, aunque este sistema tenga escasa aceptación por diversos motivos.
Aunque sin duda, el protagonismo de este evento fueron los sistemas de captación para producir ACS y calefacción mediante geotermia (calor del suelo) y aerotermia (calor del aire), y la distribución interior mediante suelo radiante (baja temperatura). Como ya sucede en la casa 33, ejemplo de sostenibilidad y ahorro energético, por sus parámetros de diseño: aislamiento térmico, orientación, sistema de producción y distribución de calefacción, circuito de retorno en ACS, etc.
Lo ideal es que este tipo de instalaciones vayan combinadas con placas fotovoltaicas (producción de electricidad gracias al sol). De este modo, se conforma el equipo vencedor. Y eso que durante muchos años este sistema de producción de electricidad ha sido injustamente estigmatizado por políticos al servicio de los lobbies energéticos, en lugar de atender al sentido común. Afortunadamente, desde hace casi año y medio se derogó el impuesto al sol, y desde mediados de 2019 tenemos por fin nuevas reglas de juego: un precio justo por kw producido y la relativa facilidad de verterlo a la red. Por si fuera poco, a finales de Diciembre de 2019 el Gobierno de España aprobó el Decreto que modifica el Código Técnico de Edificación, fundamentalmente con el objetivo de reducir de forma considerable la demanda y el consumo energético de nuestros edificios. Con este panorama, la demanda en España está aumentando considerablemente para bien de todos, y sobre todo, para el cuidado de nuestro planeta. Una tendencia general a nivel mundial y que ha producido una importante reducción en los precios de las placas, y una mejora también de su eficiencia. En este momento, estamos hablando de menos de 1 euro por Watio instalado, cuando hace pocos años era más del triple. En el campo de las fotovoltacias, también se ha reducido la capacidad contaminante de las baterías de almacenamiento y se ha mejorado su durabilidad. Aunque no son imprescindibles, sí son recomendables. Por eso, es mejor prever un inversor (transforma la electricidad continua que producen las placas en corriente alterna) que admita baterías. El autoconsumo es por fin ya una opción factible en muchos casos, y sin duda el futuro albergará muchos hogares “unplugged” (desenchufados) de la red general. El mío entre ellos.
Porque la geotermia capta el calor del suelo y lo transforma en energía térmica (generando 5, 6 o incluso 7 Kw de calor por cada KW consumido). Gracias a una bomba de calor que consume electricidad, eso sí, y por ello es necesario la presencia de placas fotovoltaicas que hacen que se cierre el ciclo. Un sistema sencillo (caro, eso sí, aunque hay subvenciones del EVE) y que no siempre se puede ejecutar. Pero que sin duda se impondrá poco a poco hasta hacerse obligatorio en todas las nuevas edificaciones, no solo en las de carácter público. Algo que, por cierto, tampoco se está cumpliendo. Sin duda, las administraciones públicas deben implicarse y destinar mucho más dinero en este campo. El Ente Vasco de la Energía (EVE), entidad dependiente del Gob. Vasco acaba de hacer pública su convocatoria para este 2020. En total, 20,6 millones de Euros distribuidos en varios sectores, y que van destinados tanto a la mejora de la eficiencia energética de los edificios como a la incorporación de fuentes renovables de producción de energía.
La reforma del Código Técnico que he mencionado antes camina en la misma dirección. La mejora de los aislamientos en todos los edificios y el uso de energías renovables. Todo ello unido al consumo responsable de objetos en nuestra vida diaria, ya que la energía más limpia y más barata es la que no se consume. De ahí la importancia de habitar espacios con un adecuado aislamiento térmico, realizar un correcto aprovechamiento solar, etc. Aunque sin olvidarnos de la estética, por favor. Porque con todos mis respetos, hasta ahora, cuando se diseña un edificio de baja demanda energética parece que la creatividad se deja a un lado. Y no debe ser así. Construir de forma eficiente es perfectamente compatible con hacer arquitectura de calidad.
2020 debe ser un punto de inflexión. Un momento en el que dejemos a un lado la rentabilidad inmediata de la arquitectura y se busque un retorno de la inversión energética a medio y largo plazo. Podremos comprobarlo en la Exposición Universal de Dubai (Emiratos Árabes Unidos) que se celebrará del 20 de Octubre de este año hasta el 10 de Abril de 2021. Sin duda, una cita imprescindible con la sostenibilidad, aunque su anfitrión no predique precisamente con el ejemplo. Porque no tienen ningún sentido edificar rascacielos en esta parte del mundo, y muchísimo menos campos de golf o instalaciones similares. Es complicado, porque la arquitectura históricamente ha sido utilizada como muestra de poder. Y aquí, el petróleo es el rey del desierto. Confiemos al menos que los edificios se planteen con criterios de auténtica eficiencia y que, tras el evento, se realice un uso responsable de todas las edificaciones creadas a tal efecto. Aunque bueno, Madrid, como sede de la reciente Cumbre del Clima tampoco era el mejor adalid de ciudad sostenible y energías limpias.
En definitiva: el consumo responsable de la energía puede hacerse de muchas formas: activa y pasivamente. La arquitectura es en este caso un producto de consumo de gran impacto medioambiental, pero existen muchos más. Utilizar la cabeza antes de consumir, reciclar, aislar, desplazarnos sin contaminar y aprovechar la energía que nos proporciona la naturaleza nos hará mejores personas y nos permitirá, en definitiva, vivir más y mejor.