casa 33

el proyecto de toda una vida…

Hoy lunes, 1 de Octubre de 2018 es el día mundial de la arquitectura. Nada menos. Y uno puede preguntarse… ¿qué es eso de la arquitectura? O también: ¿ es necesario un día mundial de la arquitectura? (…) Seguramente sí, sobre todo teniendo en cuenta  la enorme cantidad de causas baladíes que el ser humano desea reivindicar y que produce como resultado que falten ya días del año para conmemorarlas todas. ¿Y qué sería de la arquitectura sin sus artífices creadores? ¡Los arquitectos! Una profesión demasiado idealizada (por propios y ajenos) y que no demasiadas veces produce frustración -propia y ajena- (sic).

Esta celebración surgió hace muy poco tiempo. Concretamente, en el año 2005 la “Union International des Architects” (UIA) celebró por primera vez el día mundial de la arquitectura con el objetivo de reivindicar ante la sociedad la responsabilidad de nuestra profesión. Y en ella se incluyen muchos aspectos, entre los que cabe destacar  el respeto al planeta y sus recursos naturales, los diseños eficientes energéticamente, la adecuación de los sistemas constructivos a cada uso, la idoneidad del uso de los materiales naturales o fabricados en el entorno, y por supuesto, la belleza e integración en el entorno, pero siempre reflejando la arquitectura de la época en la que se construye.

Este día no se celebra un día concreto, sino que es el primer lunes del mes de Octubre. Precisamente hace dos años, el lunes 3 de Octubre de 2016 tuve un regalo muy especial en el estudio de “Delugan Meissl”. Y no fui consciente de la coincidencia con la efeméride hasta días después del suceso. El caso es que a las 8:00 de la mañana de aquel día me encontraba frente al edificio que alberga el “Attic Ray One”, una impresionante obra de reforma de vivienda que dicho tándem de arquitectos realizó hace años en el centro de Viena. Y la escasa visibilidad de esta obra desde la calle me llevó a pensar en la posibilidad de ascender al edificio que se encuentra justo enfrente. Y al girar mi cabeza, mi sorpresa fue encontrarme allí con el rótulo que señalaba la ubicación del estudio “Delugan Meissl Architects”.Tras la duda inicial, me armé de valentía y toqué el timbre. La puerta del portal se abrió y… la visita fue una experiencia inolvidable, con regalo incluido de su monografía “VOL.1”.

Este año, cuando cojo el portátil para escribir este post miro hacia la mesa de mi salón y observo el libro que descansa sobre ella:  “Yes is more”. Se trata de un arquicómic que trata sobre la evolución arquitectónica, pero que recoge la obra del estudio de arquitectura responsable de la publicación: el influyente estudio danés BIG, representado por su fundador Bjarke Ingels. Es la segunda vez que leo este libro, ya que cuando pasa el tiempo me gusta retomar textos que me agradaron en el pasado. Y es que a pesar de las diferencias de criterio que pueda tener con las afirmaciones de Bjarke Ingels (al comienzo del libro cuestiona  la evolución del movimiento moderno), considero que este arquitecto es una figura tremendamente relevante en el panorama arquitectónico actual y debe tenerse en cuenta su punto de vista. De hecho realiza afirmaciones que resultan totalmente acertadas como ésta: “La trayectoria de un arquitecto es el resultado de casualidades y oportunidades fortuitas. Los arquitectos rara vez pueden planificar su carrera ni decidir qué quieren construir o dónde.” Y continúa hablando de las casualidades que permiten evolucionar y mejorar. Se me ocurren muchos ejemplos en este sentido, y uno muy gráfico (en otro campo)  es el descubrimiento de la penicilina. Como dijo el universal Pablo Picasso, “la inspiración existe, pero debe encontrarte trabajando”. Y eso es lo que yo hago siempre que la rutina me lo permite. Porque escaparse (a veces sin moverse del lugar) permite ver las cosas desde otro punto de vista. El ser humano se caracteriza por su capacidad de pensamiento. De análisis. Y el desplazamiento ayuda en la maduración de sus ideas.Por ello la arquitectura debe enriquecer el movimiento del ser humano a través de los espacios que habita. Es algo fundamental.

Si se le pregunta a un niño qué debe incluir una “casa”, seguramente diría que un tejado, paredes, puertas y ventanas. Y demasiadas veces los arquitectos olvidamos nuestra razón de ser y reducimos la arquitectura a paredes, ventanas y puertas.Y por ello en este punto retomo la definición de arquitectura que utilizaba Peña Ganchegui (DEP) , profesor honorífico de la Escuela de Arquitectura de San Sebastián( del que tuve la suerte de ser alumno): “ La arquitectura es mover el espacio para llenar el tiempo”.

Termino este texto haciendo una pequeña reflexión. La arquitectura es una cuestión de voluntad. Una voluntad que muchas veces debe ser envuelta en demagogia, puesto que un arquitecto no es otra cosa que un vendedor. Un vendedor de sí mismo y de sus ideas. Y por ese motivo expone las virtudes de sus propuestas; nunca sus defectos. Por todo ello puede concluirse que de su interés por diferenciarse y de su capacidad para resolver los puntos débiles de cada proyecto (a nivel de funcionamiento y constructivo) podrá alcanzarse una obra arquitectónica de calidad. Que perdure en el tiempo (el juez último) y que guste a una mayoría (de técnicos y neófitos en la materia), por valorar el esfuerzo creativo a pesar de que no comportan estrictamente el estilo lingüístico.