casa 33

el proyecto de toda una vida…

No puede haber orden sin equilibrio, pero sí puede haber equilibrio sin orden.

Una composición asimétrica debe buscar el equilibrio de sus componentes; como una melodía, en la que ningún instrumento desentona.

Las fuerzas (dispares) se contrarrestan y complementan. Las personalidades y connotaciones de cada elemento decorativo y/o arquitectónico deben conocerse y utilizarse en beneficio de los demás.

Y teniendo en cuenta que la percepción de cada elemento depende de la forma, color y tamaño respecto a los elementos más próximos, la clave estará en manos de su creador.

La asimetría enriquece, al igual que la búsqueda de “similitudes dispersas” entre los objetos (término mencionado recientemente en este blog).

El equilibrio asimétrico a menudo expresa movimiento detenido en el tiempo. Los volúmenes parecen haberse quedado inmóviles por un instante, albergando temporalmente diferentes actividades o cobijo para el hombre. Pero me encanta percibir esa sensación de que en cualquier momento el conjunto podría adquirir vida propia y continuar su recorrido por el espacio.

Sin duda, las composiciones asimétricas estudiadas y en equilibrio enriquecen el proyecto y, en muchos casos, transmiten dinamismo y se convierten en activas para el individuo que participa de ellas.

Ya que , tal y como nos transmitió su idea de arquitectura el gran arquitecto Luis Peña Ganchegui, profesor honorífico de la Escuela de Arquitectura de Donostia, se trata de “mover el espacio, para llenar el tiempo”.