La cantidad tan ingente de información que nos invade por multitud de medios hace que dichos canales se alimenten de procesos hasta ahora poco interesantes y poco difundibles. Podemos seguir por televisión la preparación completa de complejos platos, la forma de mantener nuestro jardín en perfectas condiciones, obtener información de cómo cuidar nuestro coche, nuestro cuerpo, nuestra casa…y fuera de nuestro ámbito doméstico saber cómo se ha compuesto un disco, grabado un video clip o una película, etc.
En arquitectura este análisis de los procesos creativos es muy anterior, aunque a lo largo del siglo XX se extendieron a un ritmo vertiginoso, imparable, casi enfermizo.
Siempre ha habido un especial interés por analizar el origen de las grandes (o pequeñas) obras construidas sobre la tierra. Se investigan diferentes elementos en obras no sólo recién construidas, sino en creaciones con varios siglos en pie. Se intenta buscar una explicación, y casi siempre se encuentra, basándose en no sé qué suposiciones y conjeturas. Y muchas veces yo pienso que si preguntáramos a su autor (fallecido tal vez, muchos años atrás) sobre las conclusiones obtenidas de sus fuentes de inspiración, lo primero que haría sería soltar una carcajada y acto seguido decir: ” Esa explicación es muy original, pero realmente lo he hecho porque me ha dado la gana”.
En la actualidad, existen numerosos proyectos con un exhaustivo análisis de todo tipo de condicionantes, desde el terreno donde se levantará la obra en cuestión, pasando por el entorno, los factores socioeconómicos que rodean el lugar, la movilidad, el soleamiento, etc. Y sin embargo, el resultado es una auténtica mierda.
¿Quiere decir eso que no es importante el proceso? No, el proceso es importante, pero no es lo único. Es como quedarnos en la parte teórica de la obra, que es lo que por ejemplo le pasó inicialmente a Rem Koolhaas. Y como todo el mundo sabe, la segunda parte es la práctica, la acción, y ahí es donde se debe demostrar el talento. Que podrá ser interpretado de una forma u otra. ¿Qué más da?
Y es que considero que el proceso no debe ser tan exhaustido, tan cuadriculado. Sino más intuitivo. Y sobre todo, más creativo. Porque como ya he dicho en otras ocasiones, considero que la arquitectura debe tener una parte importante de creatividad, de “lo hago porque me da la gana”, pero con la certeza suficiente (buff, qué difícil) de que el resultado será, desde nuestro punto de vista, el correcto.