Llega una nueva navidad y termina un nuevo año. Afortunadamente. Es buena señal: todavía tenemos planeta.
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Una vez más, es inevitable girar la cabeza hacia atrás, aunque mantengamos el paso firme hacia ese lugar llamado futuro. En un instante en el que por fin hemos comprendido la necesidad de cuidar nuestro planeta. Por encima de toda la demagogia imperante. Una vez más, resulta fundamental estar informado para tener nuestra propia opinión y pensar por nosotros mismos. Somos energía, y cada gesto transforma la vida. Una vida que precisa continuar, perdurar en el tiempo, como imagen fiel de este momento. La fotografía de un instante que puedan ver los que vendrán detrás. Arquitectura y tiempo: dos variables directamente relacionadas entre sí y que a su vez precisan de la energía que las llena de innumerables acontecimientos.
Un devenir que es pura incertidumbre, pero que sin duda transcurre siguiendo un guion desconocido para sus protagonistas. Donde el éxito se mide en “likes” y la arbitrariedad de criterio en multitud de ámbitos siempre perjudica a los menos populares. Donde los intereses personales prevalecen por encima de lo “correcto”. Y donde la calidad a veces no importa, si se “vende” de la forma adecuada. Por ello, frente a la mediocridad enchufada yo defiendo el poder del talento, la ilusión y la constancia. Como afirmó el brillante Frank Sinatra, “la mejor venganza es el éxito masivo”.
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Para mí, este año se despide con pérdidas, imprevistos y desencuentros a nivel laboral; pero también con muchísimas cosas buenas. Regalos de la vida, que hacen que todo lo demás quede en anécdota. Porque cuando el mar embravece, mantener el timón firme es la única opción para alcanzar el destino que se tiene tan claro. La felicidad existe, y simplemente es poder valorar lo que se tiene y sentirse merecedor de ello por la lucha diaria para conseguirlo. El bien llama al bien. Y el motor de mi mundo es el amor, no el dinero. El amor por los que te rodean y por lo que uno hace.
En 2019, por fin la casa 33 se ha convertido en mi hogar, mi inspiración, mi lugar de creación y mi refugio. Un espacio de infinita creatividad. El punto de partida para una nueva etapa, que comienza “ya” en la mejor compañía. Porque cada pequeño avance es un gran paso hacia la felicidad y sobre todo, de disfrutar de unos preciosos sueños compartidos.
En estos cálidos días quiero enviar mis mejores deseos a todas las personas de buen corazón; para todas aquellas que estos días estarán lejos de sus seres queridos (pero seguro pronto volverán a reencontrarse), para todas las que tienen graves problemas de salud y sobre todo, para todas aquellas que sufren injusticias de cualquier índole. En este mundo que se agota, sobra egoísmo y falta empatía. Sobra establecer nuevas fronteras y falta solidaridad. Sobran excusas y faltan principios.
Quiero despedir este último post de 2019 enviando mi más sincero apoyo para aquellos que pasarán la noche fuera de un espacio digno al que llamar hogar. Porque cada ser humano es arquitecto de su vida. Y con trabajo, ilusión y fuerza interior todo se consigue. ¡Feliz Navidad!