En ausencia de obstáculos la luz avanza en línea recta. Una fuente de energía con un poder impresionante que atraviesa el agua, se refleja en infinitas superficies lisas y se descompone en 7 preciosos colores cuando se produce la refracción. La luz nos permite ver y nos contagia de alegría mientras unas partículas trasladan a las adyacentes el brillo que las desborda.
Pero la vida está llena de dificultades que nos dificultan avanzar. Nuestra trayectoria siempre sufre alteraciones y aunque por momentos se desvíe de su objetivo, nunca deja de perseguir sus sueños. Un reflejo de nuestra existencia. Por ello, la luz rebota en los paramentos que nos rodean y continúa su camino. En algunas ocasiones lo hace a gran velocidad y otras veces prácticamente se detiene: pero siempre avanza formando una estela en nuestro entorno. Porque la luz interior de todos nosotros continúa atravesando el espacio a lo largo del tiempo gracias a todas las personas que caminarán cuando nosotros ya no estemos.
La estructura de esta luminaria está formada por dos pletinas de acero corten que comparten su vida y caminan juntas. Su frialdad desaparece cuando la cálida luz los inunda. Las varillas de acero mantienen el conjunto en equilibrio y les facilitan el sustento necesario durante su existencia. Una metáfora de la vida que, bajo el amenazante cielo que conforma el gélido falso techo, alberga un rayo de esperanza.
La lámpara “ray one” es el comienzo de todo. El fin es una incógnita. Solo el destino lo conoce.