En un extremo, una pieza se desliza por la pared y se transforma en otra forma idéntica que cruza el espacio en busca de la luz. Una fotografía de un instante detenido en el tiempo que convierte la búsqueda de esa inquieta figura en una base para colocar objetos: toallas, marcos de fotos, libros, etc.
Mientras, el frente dispone de 3 colgadores a base de tornillos roscados de métrica 20 e inusual fuerza. En ausencia de toallas o prendas muestras su robustez en silencio. El peso que soportarán es ligero, pero el tiempo durante el que deberán hacerlo será muy prolongado. De ahí la necesidad de disponer de una gran fuerza interior. Como nuestro coraje. Para afrontar las preocupaciones, sabiendo que lo más inteligente es dejarlas reposar sin ocupar demasiado tiempo nuestro interior.
En otro lugar, una pieza gemela reivindica su función para un cometido muy similar. Con sujeción mecánica a la pared. La separa de la primera una distancia de apenas dos metros y un abismo provocado por la experiencia. Porque la escala de cada elemento determina su función y la capacidad de poder desempeñar con éxito su misión.
Pletinas de acero de 2 mm. Plegadas al devenir de la vida pero con una gran funcionalidad. Y ante todo, con estilo y personalidad.