Una forma que se pliega y se convierte en un recipiente dinámico. Una reproducción artificial de una concha de caracol que envuelve el lugar donde habita. La naturaleza como fuente inagotable de inspiración. En un momento de la historia trepidante. Convulso. Decisivo.
Un material que me encanta (el acero) por las infinitas posibilidades creativas que posee. Juguetón, como un cachorro de pastor alemán, que muerde sin querer hacer daño.
Un lugar que se desea decorar con un elemento moderno y con personalidad. En cualquier paramento vertical, autónomo, independiente, conspicuo.
Un momento para pararse y pensar en la belleza de los detalles, en la levedad de nuestra existencia y en la necesidad de mejorar nuestro interior como reflejo de la extrema necesidad que posee el mundo.
El acero corten contrasta de maravilla con el verde vegetal. En textura, color y cualidades interiores. Como dos personas de carácter opuesto que se atraen. Porque ambos se admiran, se aman y contribuyen de forma natural a embellecer el entorno que los rodea.
No es necesario nada más, cuando el espacio y la luz llenan nuestra vida en una vibrante coreografía.
¿Quién se atreve a plegar esta figura? No lo intentes, porque el triángulo es indeformable y su mayor venganza será el éxito masivo.
Una jardinera de pared en acero corten. O cómo dialogar con el entorno en un mundo de sordos.