Este portal es afortunadamente un espacio de amplias dimensiones, con forma en “L” en planta. Por ello, mi proyecto plantea dividirlo en dos zonas rectangulares en planta conectadas entre sí por un gran paramento acristalado.

En la zona de acceso el protagonista indiscutible es un módulo de madera que surge desde el suelo para ascender por la pared hasta el techo. Es banco y estante de buzones y repisa a la vez. Un espejo estratégicamente colocado al fondo de este primer espacio difumina los límites del módulo y nos proporciona una increíble sensación de amplitud. Un recurso también utilizado en otros proyectos y que genera un interesante juego de perspectivas.

La idea de da origen a este proyecto es materializar el trazo de la luz natural desde el exterior hasta la zona de ascensores (ubicados al fondo), diluyendo los contornos visuales y espaciales. En este segundo espacio, una cruz oblicua en el falso techo hace vibrar el aire y con ello, los vecinos que transitan a través de él.

La geometría, las líneas oblicuas y los contrastes de materiales, texturas y colores están de nuevo muy presentes en esta propuesta. El resultado redunda una vez más en esa sensación de “arquitectura detenida en el tiempo” que tanto me gusta y que en este tipo de proyectos funciona tan bien.

Un lugar para disfrute de los vecinos, que lleva inexorablemente mi huella.