Este proyecto consistió en una radical obra de reforma. De nuevo, un portal obsoleto y con barreras arquitectónicas se ha transformado en un moderno y luminoso hall de acceso al edificio de viviendas donde se halla. Un diseño en el que el gran protagonista es el juego de techos, que gracias a un amplio espejo ubicado al fono de la zona de entrada me permite diluir los límites interior/exterior y generar interesantes efectos visuales. En la zona posterior, los techos cambian de composición pero siguen generando gran riqueza al espacio, donde el acero corten lucha por ser de nuevo protagonista. Sobre todo gracias al antepecho de pletinas verticales que crean un ritmo brutal. La paleta de colores se repite: blanco y negro sirven de base para el acero y la cerámica imitación madera. Una infinita combinación de posibilidades que generan espacios atemporales, singulares y elegantes.
Una vez más, la geometría vuelve también a tener un papel fundamental para obtener el objetivo deseado: enriquecer la circulación de las personas que diariamente transiten por este inquietante “foyer”. Perspectivas cambiantes que bailan al ritmo de la luz y los reflejos. Porque no hay nada más aburrido que la monotonía y la arquitectura debe deleitar los sentidos sin grandes estridencias. Y este es un ejemplo de que con pocos medios, se puede conseguir mucho.