casa 33

el proyecto de toda una vida…

Como ya os adelanté en mi anterior post, hace unas semanas estuve visitando Oporto. Y muy por encima de todos los históricos edificios que esta bella ciudad alberga, destaca, desde mi punto de vista, esta joya de la arquitectura contemporánea. El edificio, obra de Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944), se halla situado en la principal arteria del nuevo Oporto: la Avenida da Boavista. Un eje interminable de más de 5 kilómetros de longitud en línea recta, que de forma descendente y oblicua conecta la parte alta de la antigua ciudad de Oporto con el Océano Atlántico. Justo donde el mar abierto acaricia la orilla de la turística Matosinhos, y la arquitectura se funde en el cielo infinito. Concretamente, este edificio multidisciplinar (conservatorio, teatro, sala de conciertos, etc) se sitúa en el lateral de una enorme rotonda de la citada avenida. Un punto muy concreto del enorme vial que soporta un brutal tránsito de vehículos. La rotunda geometría exterior  del edificio nos remite al brutalismo en estado puro de otros grandes arquitectos. Reminiscencias inevitables de Le Corbusier. Una obra con una fuerza inusitada que ha inspirado a otros arquitectos contemporáneos : por ejemplo, a BNKR arquitectos en su obra “Capilla del atardecer “ (Méjico).

En Oporto, el volumen proyectado por Koolhaas recuerda exteriormente a un diamante tallado posado sobre la nueva plaza urbana creada. Un poliedro de hormigón blanco. Opaco. Introvertido. Aislado del entorno. Duro. En contraste con la vegetación circundante y las casitas bajas construidas en la zona. Sin embargo, esta gran caja hermética rebosa interiormente vida, tanto de músicos (profesionales y aficionados) como de actores de teatro. Un lugar de encuentro para el nuevo siglo de la mano de uno de los de más importantes arquitectos del siglo XXI.

Koolhaas ganó este concurso internacional justo antes de obtener el Pritzker en el año 2000.Como es lógico en estos casos, su designación fue controvertida por muchos factores. Pero una vez más, el tiempo ha demostrado que la apuesta por la singularidad fue un acierto. Como ya he adelantado, exteriormente la imagen es de un bloque hermético, que solo muestra pequeñas incisiones acristaladas de forma puntual. Se asienta sobre una gran plaza pública que hace las delicias de los skaters por su pavimento liso y curvado en algunas zonas. Algo que facilita las filigranas propias de este tipo de usuarios. Curvas que acompañan y enriquecen cuando poseen escasa altura, pero que desde mi punto de vista restan fuerza al edificio cuando aumentan de tamaño y se superponen en la distancia con la base del gran poliedro.

Precisamente el tráiler de la película/documental “REM”, realizada por su propio hijo en 2013, muestra a un joven practicando parkour mientras recorre los diferentes espacios de la “casa da música”. Inquietantes violines acompañan las imágenes. Y aunque la secuencia de imágenes del original “tour” no es fiel a la realidad (es decir, el recorrido mostrado no se corresponde con el recorrido real) el vídeo me pone los pelos de punta cada vez que lo veo. Absolutamente recomendable.

“La pieza” que vemos emerger en la superficie es sólo la punta del iceberg. Por debajo del nivel de calle existen tres enormes niveles de aparcamiento. Una zona que acapara la mayor parte de la superficie de esta obra, y en consecuencia una parte importante del presupuesto (que finalmente superó los 150 millones de Euros, muy por encima de lo inicialmente previsto (más del triple).

El diseño  de este proyecto se inspira en una obra no construida del propio estudio: la vivienda unifamiliar Y2K en Rotterdam (1998). Es decir, prácticamente coetáneas en su nacimiento. Os recomiendo que busquéis información para entender la génesis de esta joya portuense.

Sin duda, Rem Koolhaas tiene un talento especial para mezclar texturas inusuales y materiales extraños, pero que dan como resultado un equilibrio perfecto de colores y formas. A nivel compositivo, me ha llamado la atención la utilización de un panel de vidrio curvado como el utilizado por Neutelings Riedijk en museo MAS de Amberes. En este caso, se ha empleado tanto interior como exteriormente. Tal vez, la intención de este material (que a mí no me gusta) podría ser la de imitar a una partitura musical.

En mi viaje a Oporto he visitado esta obra en dos momentos muy diferentes: en el anochecer de un viernes, por mi cuenta, y la tarde del día siguiente gracias a una  de las visitas guiadas que organiza el propio centro artístico. Sin duda, existe una gran protagonista: la luz. Un elemento fundamental para entender la obra de Koolhaas. En este caso, la luz natural y artificial que recorren los espacios resulta simplemente espectacular. Los suelos de acero inoxidable podrán parecer inadecuados en un principio para disponerlos de forma generalizada en un edificio de este tipo, pero la realidad es que combina perfectamente con el resto de materiales empleados en su interior. Existen varios espacios de gran altura, como el que se halla junto al acceso de planta primera. En esta zona, sobre una enorme escalera menguante varias vigas de sección cuadrada cruzan la parte superior del espacio, y resulta imposible no establecer conexión con el Museo de arte judío que construyó Daniel Libeskind en Berlín muchos años atrás.

La ascensión hasta la parte alta del edificio (donde se encuentra el restaurante) a través de rampas escalonadas, nos transporta directamente hasta el Kunsthal antes mencionado. Una versión de circulación interior más evolucionada que sin duda resulta apasionante. Me encanta cómo Koolhaas mueve las paredes, los suelos y los techos en una clara provocación para el visitante. Arrogancia suprema puesta al servicio de los curiosos espectadores que sin duda no permanecerán indiferentes.

Este edificio ha sido criticado por su complejo esquema de circulación. Sin embargo, esto tiene parte de verdad y parte de mentira, ya que los usos públicos de las áreas están perfectamente definidos: cafetería en planta baja, restaurante en planta superior (7) y acceso a salas mediante escaleras y ascensor. Además, los accesos y horarios de los mismos quedan perfectamente definidos y delimitados por el personal que allí trabaja.

Lo que sí es innegable es que su particular geometría determina enormemente el aprovechamiento interior de los espacios. Este hecho, junto a la existencia de 2 grandes salas rectangulares (conciertos/actuaciones) genera como resultado múltiples espacios residuales en todos los niveles. Como la zona “VIP” de la sexta planta, donde la superficie acristalada que ilumina una estancia triangular (revestida de cerámica tradicional portuense de color azulado) es muy superior a la superficie en planta de dicho espacio.

En conclusión,  la “casa da música” es una obra emblemática de la arquitectura contemporánea que no debéis dejar de visitar. Yo espero volver pronto para disfrutar con más calma de un edificio que alberga mucho por descubrir.