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el proyecto de toda una vida…

2020 quedará marcado en los libros de historia de todos los países del mundo como el año de la pandemia. Un año de muchos cambios sociales, laborales, económicos y productivos. Un punto de inflexión en la trayectoria de la sociedad mundial que permitirá corregir y mejorar algunos aspectos muy importantes para garantizar la continuidad de nuestra especie y que por diversos motivos habíamos obviado.

El Banco de España confecciona y publica anualmente un informe socio-económico en el que analiza múltiples aspectos relacionados con el estado actual de nuestro país. En su última publicación, recientemente difundida, destaca que el 42% de los municipios españoles sufren un riesgo real de despoblación. En concreto, 3.403 municipios con dificultades para garantizar la subsistencia en el futuro inmediato. Un dato muy preocupante que debe ayudarnos a reflexionar. Sobre todo porque volvemos a estar a la cabeza de los países de Europa, como también sucede en el ranking de porcentaje de viviendas en bloque, un tema del que os hablé recientemente en el post “Vida superpuestas”. En Francia ese porcentaje es el 7%, e Italia el 4% y en Alemania (a pesar de vasta superficie) es solo del 1%. Y es que la concentración de población en núcleos urbanos que existe en nuestro país es muy alta, mientras un porcentaje increíblemente elevado de nuestro territorio se halla deshabitado. Un movimiento migratorio desde los pueblos a las ciudades que se desarrolló de forma lenta pero continuada a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. A medida que las ciudades se desarrollaban tecnológicamente se incrementaba la necesidad de mano de obra no cualificada. El campo dejó de ser la única opción laboral. En la ciudad, las nuevas fábricas y talleres ofrecían un atractivo sueldo y la promesa de una vivienda y calidad de vida muy superiores. El efecto llamada desde el norte hacia el sur (Andalucía y Extremadura sobre todo) fue fulminante. Mis padres también formaron parte de él.

Movimientos como “Teruel existe” o “Soria ya” reclaman recursos del estado para esas provincias y poblaciones que se pueden englobar dentro del término “ España vacía”. Pero son muchos más: León, Ciudad Rodrigo (ubicada en la zona fronteriza con Portugal denominada “la raya”), Jaén…. Municipios o regiones que carecen de servicios básicos y que avivan las quejas de sus vecinos. La despoblación, la pérdida de recursos, el creciente empobrecimiento, la fuga de talento, etc golpean estas comarcas.

Es la pescadilla que se muerde la cola. Sin habitantes, no hay equipamientos. Y sin servicios, no hay población interesada en establecerse en ese lugar. Subvenciones públicas intentan paliar algunas carencias, pero ese dinero puede implicar una pérdida de eficiencia. Considero más adecuado el apoyo de oportunidades laborables, promocionando el emprendimiento y la oferta educativa para garantizar la conciliación familiar.

Del mismo modo, hace muy poco tiempo os planteé mis ideas sobre el modelo de ciudad actual y la necesidad de diluir el tamaño de dichas urbes para reducir el impacto medioambiental. Nuestra huella ecológica individual debe reducirse, pero caminado de esa mano que supone el reparto de densidad de población a lo largo de nuestra geografía. En el contexto actual post-pandemia, nos encontramos en un escenario ideal para equilibrar dicha despoblación. Tenemos una oportunidad perfecta para mejorar nuestra calidad de vida y la del territorio que nos acoge en nuestro paso por el mundo.

Un nuevo modelo de vida apoyado en tipologías de viviendas más eficientes, integradas en el entorno pero con carácter contemporáneo, en el que se incluyan espacios privados al aire libre y espacios comunitarios para el desarrollo de actividades culturales o deportivas. El teletrabajo posibilita en muchos casos la deslocalización y la reducción de desplazamientos, siendo conscientes de la imposibilidad que supondrá tener los mismos equipamientos asistenciales que en una gran ciudad. Los trabajos relacionados con las energías renovables (fotovoltaica sobre todo, pero también aerotermia y geotermia, etc), agricultura sostenible, turismo rural, gerontología, ventas online, etc abren un espectro de oportunidades laborales cuidadosas con el medio ambiente.

Los incentivos que están ofreciendo algunos ayuntamientos para atraer familias o parejas hasta sus pueblos no es algo nuevo y considero que es algo absolutamente legítimo. De hecho es lo que ha hecho históricamente la capital de país.

Las personas necesitamos respirar aire y las escuelas vacías, niños y niñas. Por ello, las ventajas fiscales o el ofrecimiento de viviendas vacías a bajo coste son un atractivo acicate para revertir el nefasto dato de despoblación que nos comunica el Banco de España en su último informe. Estoy totalmente convencido de que la calidad de vida en entornos de menor entidad demográfica es mayor, a pesar de ciertas desventajas que evidentemente poseen. Un ejemplo lo encontramos en el Concello de “A veiga” ( Ourense). La administración local se encarga de la rehabilitación de viviendas en desuso para ofrecerlas en alquiler social de muy bajo importe. Y además, favorecen la creación de puestos de trabajo gracias a la creación de marcas locales que sirvan de apoyo a productos del sector primario (miel, fabes, etc). Trabajo y vivienda accesibles: sin duda, una propuesta muy atractiva.

La solución no debe ser siempre la duplicidad de servicios. Al contrario; creo que la clave es la colaboración entre municipios próximos, con una entidad central que actué como motor de la comarca. Sería como el modelo actual pero a una escala más local, más reducida. El envejecimiento poblacional que afecta a la sociedad desarrollada actual es evidentemente un factor que no contribuye a la revitalización de las áreas despobladas de nuestro país, que en todo caso resultan más prometedoras para las personas con una vida laboral aún por desarrollar.

Los gobiernos locales y autonómicos afectados se han hartado del desinterés político del Estado y se han plantado exigiendo igualdad de oportunidades en sus territorios para garantizar que nadie se quede atrás en la carrera tecnológica, medioambiental y social en la que vivimos. Por este motivo, recientemente se han reunido los presidentes autonómicos de las tres comunidades con mayor incidencia de despoblación: Castilla-León, Castilla-La Mancha y Aragón. Entre las estrategias planteadas para reducir el desequilibrio demográfico se  incluye extender la digitalización a los municipios con mayor riesgo de desaparición, de forma que pueda garantizar el tele-trabajo y que los menores dispongan de acceso a internet. Por otro lado, se ha planteado la necesidad de mejorar las comunicaciones por tierra entre las diferentes localidades (carretera y ferrocarril).Igualmente, se ha previsto establecer ventajas fiscales que supongan un atractivo acicate para atraer inversión y nuevos habitantes. Así mismo, se ha previsto la concesión de ayudas directas a los pueblos que incorporen energías renovables (huertos solares, parques eólicos, instalaciones de geotermia, etc), llegando incluso a bonificar desde la administración una parte de la factura eléctrica. Por supuesto, el desarrollo de actividades culturales y deportivas en dichos municipios (para las que hace falta dinero) ayudará evidentemente a dinamizar el entorno.

Afortunadamente, y como respuesta a todos los esfuerzos individuales de esos pequeños municipios de nuestro país, recientemente han sido recompensados por la mejor noticia que pudieran desear. El Gobierno de España ha destinado una dotación presupuestaria de 10.000 millones de euros al programa “Pueblos con futuro”  con un campo de actuación a nivel estatal. En realidad, esta denominación existe desde hace años y tiene su propia web (www.pueblosconfuturo.es). En ella, diversas asociaciones de la provincia de Guadalajara han luchado por garantizar igualdad de oportunidades entre sus municipios, que lógicamente han quedado históricamente mermados por la poderosa y cercana presencia de Madrid. El presidente actual del Gobierno de España, Pedro Sánchez ha manifestado: “Nuestros pueblos deben ser territorios de esperanza”.

El Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados (PRUEPA) es un proyecto educativo promovido por el Ministerio para la Transición Ecológica, el Ministerio de Fomento y el Ministerio de Educación y Formación Profesional con muchos años de trayectoria. Pretende realizar un acercamiento al mundo rural para  los jóvenes que mayoritariamente habitan en el mundo urbano. Una labor loable que pretende concienciar de la necesidad de un cambio de actitudes para asegurar el equilibrio futuro del hombre con su entorno.

Contempla el trabajo en distintos ámbitos, incidiendo de forma especial en la educación ambiental y el reconocimiento del importante papel que juega el medio ambiente en la vida de las personas y en el desarrollo de la sociedad, así como la necesidad de tomar decisiones y de actuar para evitar su deterioro. Desde los años 90, se desarrolla en tres pueblos: Umbralejo (Guadalajara) y Granadilla (Cáceres), y Búbal (Huesca). Yo participé en este programa en 1997, colaborando a la reconstrucción de la primera población guadalajareña. Una experiencia maravillosa donde un ideal impregna todas las actividades: la pertenencia a la llamada “Aldea global”. Un espíritu que no diferencia entre nacionalidades, culturas, religiones o color de piel. Y que desgraciadamente, 24 años después, parece que se ha producido una preocupante involución en demasiados ámbitos y lugares geográficos. Para reflexionar. Os muestro una copia de la carta que me envió el Gobierno confirmándome la aceptación de mi solicitud.

Al escribir este texto me ha venido a la memoria la condena penal a la que fueron condenados 6 personas (año 2018) por rehabilitar durante 5 años el pueblo de Fraguas (Guadalajara) sin permiso de la Administración. No conozco todos los datos, pero es evidente que quien aporta su mano de obra y el suministro de materiales no debería ser sancionado con pena de cárcel. Por ello, es necesario establecer un marco de actuación que evite este tipo de sinsentidos, y canalizar los intereses de todas las partes para obtener el objetivo final común: restaurar el mundo rural abandonado para dotarlo de vida.

Os invito a acercaros este verano a Barcelona (Pabellón de Mies Van der Rohe y Lilly Reich del 28 de Junio al 16 de Septiembre) y Valladolid (Museo Patio Herreriano de Valladolid 2 de Julio al 10 de Octubre) para  disfrutar de la XV Bienal Española de arquitectura y urbanismo titulada este año “ España vacía, España llena”. Está convocada por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, en colaboración con el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) y la Fundación Arquia y los comisarios de esta edición serán los arquitectos y Anna Bach y Eugeni Bach (Barcelona) y Óscar Miguel Ares (Valladolid), todos ellos designados por concurso.

Es evidente que queda mucho por recorrer. Pero un viaje de 1.000 kilómetros comienza por un primer paso. Buscar la cohesión territorial es un ideal por el que trabajar; es la meta hacia la que debemos caminar, siendo conscientes al mismo tiempo de que garantizar las mismas oportunidades en cualquier municipio es una utopía.