IDEA DE PROYECTO
(Extraído de la memoria del proyecto básico)
La casa 33 es el fruto de un largo proceso de reflexiones y está destinada a ser la vivienda del arquitecto que suscribe. Un lugar donde escribir, dibujar, leer, crear, pensar y amar.
Ha sido un trabajo arduo. Al no tener ninguna directriz previa (el cliente no existe) el campo de posibilidades que se abre es infinito. A ello hay que unir la falta de tiempo para dar continuidad al pensamiento . Como dijo Pablo Picasso: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”.
El proyecto es el resultado de una introspección sobre el significado de una “vivienda unifamiliar”. Todo ello, tamizado por las experiencias vividas en mis viajes y por las imágenes grabadas en mi retina a través de los libros y revistas de arquitectura. A su vez, es un proyecto de experimentación, lo que conlleva asumir (muy conscientemente) ciertos riesgos, pero con la confianza de poder obtener un resultado de calidad que perdure en el tiempo.
La idea de esta vivienda nace del concepto corbuseriano de “promenade architecturale”. En una reciente visita a la Villa La Roche-Jeanneret de Paris (actual sede de la Fundación Le Corbusier) y salvando lógicamente la astronómica distancia, he podido comprobar la coincidencia en la búsqueda de las mismas finalidades. La diversidad de recorridos, el enriquecimiento de las perspectivas, los juegos de luz, la fuga infinita de la vista, etc redundan en una misma idea de arquitectura.
Peña Ganchegui resume perfectamente la arquitectura con esta frase: “ Mover el espacio para llenar el tiempo”. Estas palabras definen con total exactitud mi visión de la arquitectura y que lógicamente he plasmado en la casa 33.
Quiero hacer también una referencia a Mies Van der Rohe cuando manifestaba que “La arquitectura debe manifestar el espíritu de su tiempo”. Demasiadas veces (por diversos motivos que no vienen al caso) el paisaje que nos rodea se va empobreciendo paulatinamente por arquitecturas de escaso valor. Porque la recuperación de la tradición no justifica la creación de obras ajenas a la época en que vivimos. Desde mi punto de vista, es importante el empleo de materiales y técnicas constructivas actuales, pero que garanticen la durabilidad en el tiempo. Y todo ello unido a una intencionalidad: el diseño interior y exterior de los espacios no pueden dejarse al azar.
Por todo ello,este proyecto es en definitiva un cúmulo de sensaciones buscadas. Porque…
… me gusta jugar con el visitante o morador, sorprenderle sin fin; que nunca llegue a conocer todas las posibilidades de la casa por ser éstas infinitas.
… me gusta conducirle por recorridos establecidos (sin que él lo sepa) y a la vez que tenga multiplicidad de posibilidades.
… me gusta provocar nuevas experiencias, mover las paredes y que el edificio reclame la atención del que lo observa.
… me gusta la versatilidad de lo espacios para acoger diferentes funciones a lo largo del día.
… me gustan los espacios panópticos, que la vista no tenga barreras.
Y a la vez, me gusta que la perspectiva enriquezca el proyecto, que el espacio no se pueda dominar con una sola mirada, e invitar al visitante a iniciar su recorrido.
Como decía Le Corbusier, las paredes pertenecen al arquitecto. Yo pretendo dar un paso más y provocar una reacción en cadena: ya que me pertenecen las muevo a mi antojo provocando e incluso empujando al visitante.
En definitiva, esta vivienda unifamiliar destinada a ser mi refugio pretende ser dinámica, divertida y está realizada con mucha ilusión, no podría ser de otra forma. Ante todo debo decir que me he divertido, y eso que el viaje no ha hecho más que comenzar. Espero seguir disfrutando en la obra (un mundo que me ha tocado conocer directamente) y una vez concluida poder hacer realidad en su interior el anhelo de todo ser humano: ser feliz.