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el proyecto de toda una vida…

El pasado 28 de febrero de 2023 acudí a la jornada de arquitectura que se celebró en Valencia dentro de la Feria CEVISAMA. Una intensa sobremesa en la que estaba prevista la asistencia de Anne Lacaton, (aunque finalmente su intervención fue por videoconferencia), Francis Kéré y David Chipperfield. Tres maestros de la arquitectura actual en un acto conjunto sin paragón en la historia. Básicamente porque la primera participante obtuvo el premio Pritzker en 2021 (junto a su socio Jean-Philippe Vassal) y el segundo recibió idéntico galardón en 2022. Estar presente allí y escuchar sus palabras a escasos metros del escenario fue algo histórico. Sobre todo, porque tan solo unos días después de esas tres conferencias D. Chipperfield fue designado como ganador del premio Pritzker 2023. Y con ello, esa mágica tarde junto a los dos últimos premios Pritzker se transformó en un acto interestelar con la increíble intervención de los tres últimos Pritzker. Talento en estado puro. Aunque con matices, desde mi humilde punto de vista.

David Chipperfield fue el primero en intervenir. Presentó el proceso de Restauración de la Neues Gallery (Berlin,1968), obra del inconmensurable Mies Van der Rohe, que por caprichos del destino fue inaugurada poco después de su fallecimiento y siendo la única obra construida en su país natal (el auge del nazismo le obligó a exiliarse a EEUU). Una obra única y excepcional en sí misma que adicionalmente posee un gran valor histórico y una relevancia arquitectónica inconmensurable en una nación reunificada tras sufrir el régimen que expulsó a su autor. Por todo ello y sin poner en duda el talento de Chipperfiled, debe señalarse el escaso patriotismo que muestran los germanos. Sistemáticamente conceden a arquitectos foráneos de reconocimiento internacional sus obras más emblemáticas (por ejemplo la asignación del museo BMW, el museo Porsche y el museo Mercedes a dos austríacos y un neerlandés).

La explicación del proyecto que expuso Chipperfield fue de la más insulsa, teniendo en cuanta que él eligió el proyecto a presentar. La exposición se centró en la intervención constructiva que se practicó, resolviendo algunos problemas constructivos (dilataciones de vidrios, etc), mejora de accesibilidad y la reparación (y eventualmente sustitución) de los elementos deteriorados. A priori, una operación que podría haber realizado cualquier arquitecto de menor caché con el presupuesto y dedicación suficientes. Siete años de trabajo para dejar en esencia el edificio como estaba. Un proceso que estamos acostumbrados a ver en catedrales o edificios históricos, aunque no tanto en inmuebles de 65 años. Por todo ello, sus palabras me resultaron bastante decepcionantes.

En segundo lugar y desde Paris intervino Anne Lacaton para explicar una de las intervenciones que le han llevado (junto a su socio Vasaal) a lo más alto del mundo de la arquitectura mundial. La actuación sobre 3 bloques de 530 viviendas cada uno “Grand Parc, Burdeos 1970” plantea ampliar el espacio disponible gracias a la inclusión de una nueva crujía en el frente de la fachada principal, restaurando a la vez los elementos deteriorados. El llamado “jardin d´hiver “abre todo un mundo de posibilidades para las personas que residen en ellos y es algo que debe valorarse, pero no creo que sea un hito tan innovador como para ganar el Pritzker. Sobre todo porque deliberadamente se obvian un aspecto tan importante como es el oscurecimiento de la vivienda (que queda relegada a una segunda y tercera crujía), con lo que ello conlleva: ausencia de luz solar en esas zonas, falta de ventilación en las estancias más alejadas de la nueva fachada, posibles servidumbres de paso, pérdida de intimidad en dormitorios, etc. La exposición monográfica que el Museo ICO les dedicó ( entre octubre de 2021 y enero de 2022), ya evidenciaba todas esas carencias, pero parece que nadie se atreve a decir este tipo de cosas en voz alta. Yo lo digo. Con respeto.

Francisc Kéré (Burkina Faso, 1965) fue el último en subir al escenario del auditorio. Su perfil es poco frecuente, y el éxito alcanzado sin duda pone en valor aún más su valiosísimo logro en un tiempo récord. En primer lugar por su inusual juventud al obtener el Pritzker (57 años en 2022). Pero hay mucho más. Se trasladó a Berlín con 20 años (1985) gracias a una beca para estudiar carpintería. Diez años más tarde (1995) comenzó la carrera de arquitectura gracias a otra beca, cuando tenía 30 años. Y obtuvo el título en 2004 (con 39 años). ¡Nunca es tarde para una vocación! Por todo ello deducimos que su carrera profesional ha sido meteórica: obtener el Pritzker 18 años después de haberse licenciado. Seguramente el primer caso de la historia, y un hito impensable para el resto de colegas de profesión. Porque además es la primera persona de color y el primer africano en ser reconocido con este preciado galardón. Su mérito seguramente reside en su constancia, en su insistencia, en luchar por mejorar las condiciones de vida del pueblo en el que nació.

El proyecto presentado por F. Kéré fue un Centro de Salud en Léo, Burkina Faso (2017).Se trata de un equipamiento de gran importancia social en la zona, cuyo diseño pretende aprovechar al máximo las limitaciones económicas y las agresivas condiciones climáticas del entorno. Para ello, se plantea un módulo que se repite de forma quebrada en planta, generando dos bloques con una calle interior. Los muros son de adobe y las cubiertas dobles de chapa metálica permiten mitigar los efectos del sol gracias a la ventilación del espacio intersticial. Un proyecto fácilmente ampliable en ambas direcciones siguiendo la directriz principal. En las imágenes mostrados se muestra el proceso de construcción y la implicación del arquitecto enseñando a los habitantes de la zona a realizar encofrados. Un proyecto que a primera vista puede resultar anodino, pero que sin duda alberga algo especial: pasión por las personas.

En el turno de preguntas Francis Kéré habló de un concepto que no suele estar presente en las conversaciones públicas de los arquitectos: la sobrerregulación.  Un concepto que evidentemente conoce de primera mano al tener frente sí opuestas diametralmente las altísimas exigencias de la regulación germana y la inexistente normativa de los países africanos. En el caso de España considero que la creatividad está absolutamente coartada por la estricta reglamentación existente. El Código Técnico de la Edificación (CTE) y los planes generales municipales suponen un lastre que dificulta enormemente la creatividad de muchos arquitectos. Sería necesario reflexionar sobre este asunto y revertir esta creciente limitación para evitar que dentro de unos años la Inteligencia Artificial proponga un patrón-modelo para cada tipo de edificio pero que cumpla de antemano con esa infinita lista de reglamentación a cumplir.

Para terminar quiero decir que, en general, cuando oigo hablar a otros arquitectos sobre su obra no suelen desbordar ilusión. A veces ni siquiera creatividad (esto es mucho más preocupante), pero esta última característica es poco frecuente. Respecto a la falta de ilusión, quizás  se deba a muchos factores (edad, forma de ser, repetitividad de las explicaciones, etc), pero es algo que siempre me ha llamado la atención. No pasa nada. Simplemente yo soy diferente. Y espero no cambiar.