Inmerso en una trepidante y magnética vorágine que me atrapa inexorablemente para terminar la casa 33, he podido escaparme unos días a Francia con la excusa de visitar el Museo Soulages. Se trata de la primera gran obra de RCR arquitectes fuera de nuestras fronteras y supuso el camino de no retorno hacia la consecución del Pritzker en 2017. Esta escapada se ha producido casualmente justo un año después de haber recorrido gran parte de su obra por la provincia de Girona. Un viaje que sin duda marcó mi visión de la arquitectura.
Próximamente espero poder escribir acerca de mi visita a este contundente y original construcción de acero, y contextualizarla con el resto de su obra. Aprovecho para dar las gracias por su simpatía al grupo de estudiantes de tercer curso de la Escuela de Arquitectura de Donosti (donde yo estudié), con los cuales coincidí de forma totalmente fortuita en la puerta de este museo. Me trasladó a mis años de estudiante, cuando yo disfrutaba de la misma forma que ellos descubriendo por Europa con mis profesores obras emblemáticas de grandes arquitectos.
Una de esas estudiantes me preguntó directamente: “ ¿ La arquitectura es tu gran pasión?. Y yo le respondí: “Sí. Totalmente”. Y pensé hacia mi interior: “Si no, no estaría aquí solo en mitad de Francia”. La ilusión es muy importante, y hay que alimentarla cada día. Con la arquitectura, también.