El pasado sábado 22 de Mayo disfruté de una estupenda mañana primaveral en el ZWAP (Zorrozaurre Art Work in Progress) en la ribera de la ría de Bilbao. Este movimiento cultural sin ánimo de lucro nació en 2008 con un supuesto carácter temporal (en teoría), pero albergaba de forma implícita y subconsciente una clara voluntad de permanencia. En 2015 podemos afirmar que ZAWP ha conseguido consolidarse en el ámbito cultural del País Vasco y traspasar los límites establecidos tanto en el espacio como el tiempo. Todo ello, a través de una original apuesta por la diversificación de contenidos e innovación permanente en prácticamente todos los ámbitos de la cultura, junto a un compromiso social abierto a la participación ciudadana.
El futuro urbanístico de esta zona de pasado industrial amenaza con el derribo de una parte de sus actuales instalaciones. Está previsto que la península se transforme en isla y sobretodo la regeneración del tejido urbano que se está acometiendo paulatinamente. Sin embargo, esta amputación física no afectará a sus planteamientos, puesto que el soporte físico mutará y la esencia del colectivo seguirá intacta. En el ZWAPLAB (pabellón 04), por ejemplo, existen múltiples contenedores de diferentes colores que se apilan en el interior y albergan diferentes usos. Pero su carácter viajero permite el traslado a otro especio soporte que los acoja. Así que afortunadamente ZAWP seguirá dando guerra durante mucho tiempo.
Volviendo a mi visita, deciros que en esta ocasión pude disfrutar de la sesión organizada por el colectivo Txiki Art para los más pequeños en el espacio Garabia ZAWP Aretoa. Este colectivo independiente colabora con ZWAP y está formado por nueve estudios de arquitectura. El taller de este sábado (ciudad vertical) fue impartido por los compañeros Ane e Iñigo del estudio BEAR y resultó todo un éxito entre el elenco de niños asistentes. Y es que el objetivo de Txiki Art no es otro que el acercar el universo de la arquitectura a la sociedad en general y a los niños en particular, como semilla del futuro incierto.
En los tiempos convulsos que vive nuestra profesión, es absolutamente imprescindible diversificar las funciones del arquitecto en la sociedad. Nuestra figura puede y debe albergar múltiples campos y reinventarse para recobrar la importancia que merece en un entorno actual muy hostil hacia nuestra profesión.
Acercar la arquitectura a los más pequeños es una loable tarea educativa que produce un intercambio de sinergias. Recoge las aportaciones de esas pequeñas criaturas que un día todos fuimos, con planteamientos sinceros que cuestionan muchas de las limitaciones impuestas en el mundo de los mayores.
Con la difusión de unos conceptos muy básicos y la empatía con ellos se pretende crear las bases de una cultura arquitectónica que permita avanzar en el futuro, tanto por el papel de los que crean (arquitectos) como los de los que ponen las reglas de juego (…). Puesto que el mayor enemigo de la creatividad es la ignorancia. O los adultos.