casa 33

el proyecto de toda una vida…

Todas las paredes hablan. Algunas, de su pasado. Otras, de su futuro.

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Esta obra es un paréntesis en mi visita a la arquitectura más vanguardista del sur de Alemania. Pulso el reloj del tiempo, retrocedo 90 años y me sitúo en 1927: el año en el que se celebró la Weissenhofsiedlung. Un lugar en el que ya estuve hace 290 años, siendo todavía estudiante de arquitectura.Las fotografías que se muestran al inicio de este post demuestran que a veces, algunas cosas cambian mucho y otras no tanto después de casi un siglo de existencia. Algo que debe hacernos recapacitar sobre la importancia de la arquitectura en la sociedad.

Mies van der Rohe gozaba ya del prestigio suficiente en 1925 cuando recibió el encargo de la Deutscher Werkbunk para redactar el master plan de la Weissenhof. Esta asociación fue fundada en Munich en 1907 por un grupo de artistas, artesanos y comerciantes con la voluntad de divulgar la arquitectura entre la población neófita en este campo. En los años 20, apostaron por una zona llamada Killesberg, al norte de la ciudad de Stuttgart para trazar dicho plan urbanístico. En esta intervención estaban llamados a participar los mejores arquitectos europeos de la época con el fin de mostrar ante el mundo la arquitectura más vanguardista. Fueron 17 en total, aunque hubo algunos cambios. Entre los arquitectos participantes cabe destacar Le Corbusier, Hans Scharoun, Peter Behrens, Bruno Taut, J.J. P.Oud o Walter Gropius.

Cada uno de los arquitectos hizo su propio planteamiento para viviendas unifamiliares aisladas, para viviendas en hilera (P.Oud) o pequeños bloques residenciales  (como es el caso de Peter Behrens). Desgraciadamente, muchas de estas obras (10 en total) fueron destruidas en la Segunda Guerra Mundial (se repite la historia de Quartiers Modernes Frugés, junto a Burdeos, de Le Corbusier).

 Fue una exposición abierta al mundo que pretendió mostrar las posibilidades de una nueva arquitectura (a nivel constructivo, arquitectónico y de interiorismo) en el campo residencial (tanto a nivel individual como en vivienda colectiva). Y se hizo con el fin de aportar soluciones que permitieran combatir la escasez de viviendas en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. La muestra fue inaugurada el 23 de Julio de 1927 bajo el título “ Die Wohnung” (“La vivienda”) y fue un éxito de público (500.000 personas aproximadamente). Abrió las puertas a nuevos conceptos, tal y como sucedía de forma coetánea en Francia, Holanda o Inglaterra. Las formas cúbicas, las cubiertas planas y la libertad en la apertura de huecos en fachada ofrecían al ciudadano de poder adquisitivo medio-alto las bondades de la nueva arquitectura. Sin embargo, y tal y como sucedió en tantos otros casos, durante el tercer Reich la intervención fue repudiada e incluso abandonada.

Actualmente, una de las dos viviendas pareadas que proyectó Le Corbusier y Pierre Jeanneret posee acceso para el público en general (Rathenausstrasse,1). Nos encontramos ante un proyecto que contiene la esencia de la arquitectura de Le Corbusier, recogiendo los 5 principios de su teoría de la arquitectura bautizada como la “nueva arquitectura”. La planta baja (pilotis) se separa del suelo mediante un zócalo que salva el desnivel entre la calle y el jardín posterior. En planta primera se encuentra el cuerpo principal de la vivienda, y en la planta segunda se halla la terraza-jardín. El núcleo de comunicación principal se dispone en la fachada posterior, de forma perpendicular al eje principal de la vivienda.

Entre los años 2002-2005, esa vivienda se acondicionó para albergar un pequeño museo que acerca a los visitantes el origen de esta trascendental actuación arquitectónica de principios del s. XX. La actuación intentó borrar las huellas de diversas intervenciones poco afortunadas, centrándose en recuperar la esencia del proyecto original. Los tabiques eliminados (baño de planta primera) se encuentran pintados en el pavimento. Y desde 2006, se abrió al público gracias a la gestión de una asociación privada (diferente a la Fundación Le Corbusier) que contribuye a la divulgación de la cultura arquitectónica.

Visitar el interior de las viviendas que Le Corbusier proyectó transmite siempre algo espacial. Es caminar por un pedazo de la historia de la arquitectura. Y en este caso, recorrer el jardín y la cubierta plana de las dos viviendas pareadas fue enormemente gratificante. Y pasear por las calles que conforman la Weissenhof produce a la vez una sensación de melancolía y felicidad. Es algo extraño pero real. Si cierras los ojos puedes escuchar el ruido de las máquinas mientras se construían y sentir las voces de los arquitectos que allí participaron. Porque su huella permanece viva y presente a pesar del tiempo.

Sin lugar a dudas, visitar las viviendas que aún permanecen en pie en la Weissenhof de Stuttgart es absolutamente imprescindible para conocer el origen de la arquitectura contemporánea, y que fue declarada por la UNESCO en 2016 Patrimonio de la Humanidad.