Dicen que la suerte no existe. Que las cosas no pasan por casualidad. Y éste es el caso del estudio catalán RCR. Su personal visión de la arquitectura fue el punto de partida. Y su constancia ha permitido a estos tres grandes genios hallar un lugar en el mundo para su trabajo y sobretodo, encontrarse a sí mismos.
Siendo estudiante de arquitectura supe de la existencia de este estudio a través del pabellón de baño de Olot. En los años posteriores, me quedé con la idea de que RCR era un estudio de arquitectura interesante que trabajaba habitualmente con acero corten. Y ahí quedó la cosa. A través de diferentes publicaciones estaba al tanto de algunos de sus trabajos, pero poco más. Evidentemente les había subestimado. Y mucho. Lo comprobé en 2016 al visitar la exposición monográfica instalada en el Museo ICO de Madrid. La forma de trabajo tan plástica y poética, su prolífica carrera y la alta calidad de sus proyectos me sorprendieron muchísimo. Desconocía que tuvieran tantísima obra y por ello organicé un viaje a Girona para finales de 2016. Un plan que finalmente se vio alterado por el cierre vacacional de muchas de las obras. Pero por fin he podido realizar este anhelado viaje al corazón de la arquitectura.
En la obra de RCR se puede ver con claridad una gran evolución, desde las primeras obras de viviendas unifamiliares hasta las últimas obras, que casi no se pueden denominar “edificios”. El grado de depuración es tal que la arquitectura se convierte en poesía pura. Algunas de sus obras me han resultado sublimes, pertenecientes a otro mundo. Como la carpa de Les Cols o su propio estudio “ Espai Barberí”, una antigua fundición que preserva la esencia de lo preexistente. Un lugar que tuve la suerte de visitar durante dos horas y media de la mano de Andrea Buchner, la arquitecta responsable de la Fundación Bunka, que ejerció de extraordinaria cicerone.
Acabo de llegar de Olot y necesito tiempo para asimilar toda la información que he recibido. Guiado por el plano desplegable impreso con motivo de la mencionada exposición de Madrid, he visitado en cuatro días casi 30 de sus obras. Miles de horas de trabajo condensadas en demasiado poco espacio de tiempo. En estos días he realizado infinidad de dibujos, he escrito múltiples anotaciones y he efectuado más de 2.000 fotografías.
Estos días he disfrutado y aprendido muchísimo. Y puedo afirmar que está completamente justificado el premio que designa actualmente a RCR como el mejor estudio de arquitectura a nivel mundial. Como ya sabéis, me refiero al Primo Pritzker 2017, un merecidísimo galardón que recibirán el próximo 20 de Mayo en Tokio. Una ciudad, que tampoco ha sido elegida al azar. Precisamente por la admiración que profesan Rafael, Carme y Ramón hacia la cultura nipona y que se denota en algunos aspectos de su obra.
Por otro lado, en Junio saldrá a la venta un monográfico de la revista “el croquis” donde podremos disfrutar de las últimas obras de este gran equipo.
Hoy más que nunca puede afirmarse aquello de que: “ Donde existe una voluntad, hay un camino”.
Gracias Rafael, Carme y Ramón.