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el proyecto de toda una vida…

Agosto de 2021.Catorce años después, regreso a Dinamarca. Mucho ha cambiado el país desde aquel momento (abril de 2007). Al menos, arquitectónicamente hablando. Es normal, en países pequeños del primer mundo y con recursos económicos bien gestionados. Podría decirse que avanzan a un ritmo muy superior al de otros países de su entorno. Naciones que carecen de la suficiente capacidad financiera para mejorar la calidad de vida de sus habitantes a esa trepidante velocidad. Por poner un ejemplo, las subvenciones del gobierno danés abarcan todo tipo de circunstancias personales de sus habitantes: adquisición de libros de texto, compatibilización de estudios y trabajo, independización de los jóvenes universitarios, facilitar la incorporación laboral, apoyo a la conciliación familiar, etc. Nada que ver con países como España.

Dinamarca posee cerca de 6 millones de habitantes y una extensión de 43.000  km2, sin incluir Groenlandia. De ellos, cerca de 1,5 millones se concentran en la conurbación de Copenhague, su efervescente capital. Para la reducida superficie que esta nación posee, su costa supera los 7.500 kilómetros de longitud. Una barbaridad. De hecho, ninguna población se halla a más de 50 kms de la costa. Su posición estratégica entre dos mares fue determinante  a lo largo de la historia, ya que queda unido a Europa únicamente por el Sur, donde la península de Jutlandia hace frontera con Alemania. Actualmente, la erosión y el cambio climático la hacen especialmente vulnerable frente al amenazante Mar Báltico, un motivo más para consolidar el gran compromiso medioambiental de todos los daneses. De hecho, más de la mitad de su demanda energética es cubierta por la energía eólica que producen, y no resulta extraño encontrase con aerogeneradores en cualquier punto de su territorio.

El país escandinavo ubicado más al sur de todos está compuesto por dicha península de Jutlandia y más de 400 islas, entre las que se encuentran habitadas menos de cien. Destacan cuatro por su mayor tamaño: Zelanda (donde se encuentra la capital del país), Isla de Jutlandia norte, Fionia y Lolland. Durante siglos dependió del transporte marítimo para desplazar todo tipo de mercancías y por supuesto, a las personas. Sin embargo, a mitad del siglo XX el país sufrió un importantísimo desarrollo en sus infraestructuras, de forma que se construyeron numerosos viaductos, pasarelas, líneas ferroviarias, etc. Todos esos viales que vertebraron sus territorios permitieron que por fin Dinamarca quedara unida y sus habitantes pudieran moverse con mayor libertad a lo largo y ancho de su geografía. En la actualidad destacan especialmente dos obras: el puente de Oresund (1999), que acerca la capital con Malmö ( Suecia) y el puente del Gran Belt (1998), un viaducto impresionante que vertebra de Este a Oeste el país. Por otro lado, más de 15.000 kilómetros de carriles bici son utilizados actualmente por la mayor parte de los daneses en sus desplazamiento diarias.

Históricamente, el desarrollo naval permitió a sus temidos vikingos conquistar por vía marítima una importante parte de Suecia, Noruega y Alemania. Las sucesivas guerras relegaron finalmente la nación a la extensión que conocemos actualmente, sin olvidarnos de la relación de “tutela” que ejerce sobre Groenlandia. Copenhague sufrió numerosos incendios, algo desgraciadamente habitual en muchísimas ciudades europeas. Las preferencias de sus monarcas determinaron el estilo y forma de crecimiento del país, apostando firmemente por las aptitudes de sus propios habitantes a la vez que se observaba en todo momento lo que se hacía en Francia o Italia. El país se encuentra salpicado de bellos castillos y rutilantes palacios reales de carácter defensivo. Durante 400 años la capital de Dinamarca fue Roskilde, hasta que a principios se trasladó dicho privilegio a la localidad bautizada como “Puerto comercial”: Copenhague. A partir de ese momento el auge de esta población fundada en el siglo X fue imparable; un desarrollo que llega hasta nuestros días. Así surgieron numerosos edificios de gran valor arquitectónico y espacios como el precioso parque de atracciones Tívoli, el segundo más antiguo del mundo y que representa todo un emblema para el orgullo de los daneses.

Actualmente, la sociedad danesa pertenece mayoritariamente  a la Iglesia Evangélica Luterana, con todos los preceptos que ello conlleva y que determinan muchos aspectos de su vida diaria. La forma de ser danesa sorprende por muchos motivos. La guía del free-tour que nos condujo por las calles de Copenhague desveló algunos secretos fascinantes de su cultura. Os invito a conocerlos. Un dato que  sorprende es que actualmente es obligatoria la mili para todos los jóvenes, siendo opcional para las mujeres. Sin embargo, realizarla supone para ellas un compromiso con el país y por ello posee un gran prestigio social.

Dinamarca es un país orgulloso de sí mismo. Y eso se nota en muchos aspectos de la vida diaria. No solo por la extendida costumbre de mostrar su bandera en cualquier rincón de sus viviendas, edificios u objetos personales. La cultura nórdica engloba dos principios: la libertad y el respeto. Y fruto de esa relación surge la confianza. Algo impensable en España, donde la honestidad no siempre hace acto de presencia y por ende impide que la libertad y el respeto convivan en armonía. A muchos niveles. Precisamente esa confianza  supone un pilar indispensable para desarrollar una vida plena y alcanzar la felicidad. Así lo reflejan anualmente las encuestas, que sitúan a los daneses como la sociedad más feliz del mundo.

Una consecuencia directa de lo anteriormente expuesto es la costumbre de disponer en la zona exterior de la vivienda mobiliario u objetos personales sin miedo a que desaparezcan en cualquier momento. Y la existencia de grandes ventanales que permiten desde el exterior hacer una radiografía del interior de muchos hogares. Costumbres que chocan con la idea de privacidad que tenemos en España, por ejemplo, pero que en países del norte de Europa es lo más normal del mundo. Aquí, la cultura de la envidia, la crítica y la que abanderan los “amigos de lo ajeno” chocan frontalmente con esa forma de ser.

Otro aspecto que llama la atención es la onnipresencia de las barbacoas en las terrazas de la mayoría de las viviendas, más propio de latitudes del sur de España. Algunas incluso de gran tamaño, que se ubican en zonas comunes de patios o jardines junto a enormes mesas de madera colocadas en el exterior y que invitan a compartir con amigos o vecinos una agradable comida o cena al aire libre. En la mayoría de las comunidades de vecinos con las que yo trato (y me han tocado muchas) se comparte el ascensor y poco más. Y porque no hay más remedio. Pensadlo. ¡Qué diferente!

Dinamarca posee una clase media-alta en la que se encuentra la mayor parte de su población. Actualmente, los políticos que gobiernan y la oposición comparten un rechazo unánime hacia los inmigrantes. El dictamen a las solicitudes de asilo es siempre desfavorable. La presencia de inmigrantes en este país no resulta especialmente relevante, a pesar de que es habitual la integración de los extranjeros dentro de la sociedad danesa. Digamos que es una “integración” con condiciones. Como el aceite y el vinagre en el interior de la misma botella: juntos pero sin mezclarse.

Entre las empresas danesas más importantes a nivel internacional encontramos la archiconocida empresa de juguetes LEGO (que fabrica 19.000 millones de coloridas piezas cada año), la cervecera Carlsberg o la empresa de logística Maerkst. En nuestro viaje de este verano nos ha quedado pendiente visitar la nueva casa LEGO ubicada en Billund, y que ha sido realizada por el megaestudio BIG (Bjarke Ingels Group), del que os hablaré más ampliamente con posterioridad. Os invito a ver el capítulo específico que la serie ABSTRACT de Netflix dedica a su alma mater (Bjarke Ingels) y donde esta multicolor obra es su alegre protagonista.

La capital del país centraliza los medios económicos del fragmentado país al que representa. Es lógico. De hecho muchas personas es la única ciudad que conocen de Dinamarca. Allí, la movilidad en bicicleta permite el acceso a cualquier punto de su extensión geográfica, a pesar de que las distancias en algunos casos pueden ser grandes. Para solucionarlo, la ciudad se halla vertebrada por dos líneas de metro. En la zona centro, discurren soterradas, pero en los extremos afloran a la superficie. E incluso en la zona sur de Orestad circula sobre-elevado, de forma que libera el espacio público a sus pies y no supone una barrera física para sus vecinos. Además, la ausencia de cableado eléctrico en todo su trazado reduce enormemente el impacto visual de este útil medio de transporte, que además circula sin conductor.

En este viaje por Dinamarca hemos tenido la suerte de visitar otros lugares aparte de la capital. Por ejemplo Aarhus, la segunda ciudad más importante del país. Un lugar con un encanto propio que no tiene por qué competir con la capital. Precisamente su gran valor reside en el paisaje circundante; y aunque la ciudad se asienta sobre una ladera más introvertida, en la actualidad se está abriendo al mar gracias a la recuperación de parte de la zona portuaria. Una acertada actuación que se comienza a vislumbrar con el nuevo trazado del tranvía, la biblioteca DOKK1 y sobre todo, la denominada “isla de Aarhus” (Aarhus 0). En esta zona al borde del mar  se concentra el crecimiento de esta localidad eminentemente universitaria; en ella conviven edificios residenciales y de viviendas ya habitados con otros en plena fase de construcción. En el “muelle 2” destaca la zona de baño recreativo creada por BIG (una vez más), que en realidad pertenece a un proyecto mixto de mucha mayor envergadura. Una parte ya se encuentra finalizada, como es el caso del escalonado bloque de viviendas que se asoma a las gélidas aguas, muy cerca de donde se comienza a vislumbrar el esqueleto de una gigante torre residencial .

Muy cerca de allí se encuentra la “Salling tower”, de los arquitectos Dorte Mandrup. Se trata de un pequeño graderío en voladizo que simplemente es impresionante. Construido íntegramente en acero, sorprende por su aparente simplicidad y enorme capacidad. ¡Impresionante!