¿Por qué me gusta el deconstructivismo? Pues no lo sé. O tal vez sí. Seguramente sí. Pero son tantos los motivos… Este término, aplicado por primera en arquitectura en el año 1988 con motivo de la Exposición organizada por Philip Johnson en el MOMA de Nueva York, recoge una tendencia que aglutina el trabajo de diversos arquitectos que de una forma u otra realizan una “descomposición de los conceptos/elementos constructivos en sus componentes”. Existen muchas personalidades dentro de este paraguas del Deconstructivismo, aunque en la mayoría de los casos existe un nexo común: la descontextualización y el “giro” en la utilización de los conceptos arquitectónicos según estaban planteados hasta ese momento. ¿Pero no podría considerarse a Le Corbusier como el precursor del Deconstructivismo? Porque aunque inicialmente parece fuera de lugar, incluso fuera de tiempo, en definitiva fue él el primero en “mover” varios de los elementos que componen un edificio con el fin de enriquecer el diseño arquitectónico. Como ya escribí en otro post, la búsqueda del equilibrio asimétrico permite indagar en los orígenes de los materiales y de las “piezas” que conforman la arquitectura. Os dejo un detalle de una de mis obras: una escalera de acero cortén, cuya pátina, giro en planta y ausencia de primera tabica (con luz indirecta en la parte inferior) sugieren un sinfín de sensaciones.