En el S. XXI asistimos a la incorporación en el lenguaje coloquial de múltiples neologismos. A veces mimetizados de otros países, otras veces rescatados del pasado y algunos otros simplemente resultantes de la adición de dos o más palabras de nuestro idioma. De entre todos ellos, quiero hablar en esta ocasión de dos conceptos: gentrificación y pobreza energética , y la relación entre ellos. Si es que la tienen.
Actualmente vivimos en una sociedad cada vez más dependiente de la energía (fundamentalmente fósil = recurso limitado). Afortunadamente las energías renovables abanderan un proceso de cambio en la dependencia de las fuentes de energía tradicionales. En este contexto surgen segmentos de población que no pueden acceder a ella. No por su escasez, sino por la carestía que injusta e injustificadamente dificulta el acceso a la misma. Pobreza energética.
La gentrificación (que proviene de “gentry”, una palabra inglesa que denominaba a la burguesía rural del s.XIX) se actualiza y nos sirve hoy para hablar del proceso de “elitización residencial” que poco a poco se produce en nuestras ciudades, en zonas anteriormente degradadas. Se trata de una transformación natural que protagonizan todo tipo de ciudades del mundo desarrollado y de otros “en vías de”.
La ciudad necesita vida, la arquitectura hace ciudad, pero los cambios no deben producirse a cualquier precio. El ecosistema urbano se daña, se rompe el equilibrio, y la especulación inmobiliaria comienza la deforestación de ancianos. El deterioro arquitectónico se convierte en excusa para los nuevos habitantes que llaman a la puerta. Y al final, el poder infinito del omnipresente “dinero” consigue satisfacer su demanda y desplaza a esos ciudadanos menos “afortunados”.
Pero en el proceso de gentrificación hay un trasfondo de pobreza. En este caso de espacio; espacio para una sociedad hambrienta de nuevos escenarios para la vida , y donde el factor “localización “ es irreemplazable.Por eso la equiparo con la pobreza energética.Porque las carencias pueden ser de múltiples tipos.
Desde Chueca, Lavapiés o Malasaña en Madrid hasta Distrito 22@ en Barcelona, pasando por las favelas de Sao Paulo en Brasil.Europa se democratiza a base de la estandarización del paisaje urbano en el centro de sus principales ciudades destruyendo la diversidad preexistente. Engloba edificios, calles, comercios… Los alquileres y precios de venta de viviendas y locales se disparan. Las franquicias invaden el entorno y esterilizan la identidad de sus antepasados. ¿Qué queda de las identidades locales? Reinterpretación histórica a golpe de talonario y un marketing brutal. Evolución controlada de un paciente que se regenera desde dentro.
Porque la realidad es que donde antes había sucios garajes, carnicerías de barrio, obsoletas peluquerías de caballero y panaderías de aluminio y pan hueco, ahora encontramos una tienda gourmet con productos bio y zumos eco que se alternan en estanterías con hipster atrapados en sofás tipo chester, un almacén de delicatesen “super trendy” con palets de madera reinventados, una degustación fashion con brunch de lujo y platos imposibles, un salón de belleza “cool” con personal shopper incluido y un gastro bar de diseño minimalista atestado de business people pegados a su Iphone 6S.
¿Revitalización deseada o éxodo forzado?