casa 33

el proyecto de toda una vida…

Tierra: planeta azul. Una ingente capa de agua salada aderezada con retales de rocas, hierba y biodiversidad. Única esperanza conocida de vida en un universo infinito de posibilidades desconocidas. Miro desde el cielo la superficie sólida de nuestro planeta y mi mente establece inconscientemente la analogía con una tierna corteza de árbol, en la que el hombre “talla” desde hace siglos su superficie: caminos, desmontes, carreteras,túneles, muros, casas unifamiliares, trazados ferroviarios,rellenos, colmenas de vecinos…Cada “marca” deja una huella única e imborrable que perdurará durante muchos años. Demasiado tiempo para el hombre, aunque afortunadamente muy poco para la tierra.

Sin embargo, cada movimiento de la gubia en la superficie de este lienzo natural resulta de gran importancia porque vivimos en un planeta con memoria, y su piel se resiente con cada nueva inscripción. No sólo con la labor directa de cada actuación, sino con la contaminación derivada del proceso constructivo.

Los arquitectos somos los principales responsables de ejecutar cada una de esas incisiones en esta particular epidermis, con el conocimiento de lo que cada una de ellas supone en términos de sostenibilidad. La acción, la forma en que se realiza la acción y el posterior mantenimiento de esa acción determinarán en el tiempo la mayor o menor contribución a la degradación del planeta.

Como cirujanos que realizamos intervenciones de una precisión extrema, debemos ver más allá de las inmediatas demandas del cliente. Naturaleza y arquitectura están destinadas a una convivencia ineludible y necesaria. Porque trabajamos sobre una piel mágica, que se regenera y busca el equilibrio de fuerzas y energía  de forma contínua.

La corteza terrestre actúa como un  abrigo de planos sinuosos que envuelve nuestro espacio en el universo. Rebosante de vida, permite a su vez una particular respiración: no la de su cuerpo, sino la de su entorno más inmediato. Anatomía única. Principio y fin de la vida.

Por eso es muy importante cuidar esta preciada piel y una vez más vuelve a ser inevitable la introspección  sobre el camino que hemos recorrido. Porque únicamente la vuelta al origen, nos permite mirar con responsabilidad hacia el futuro.

Huellas desde el cielo.