La cubierta de un edificio no debiera convertirse en un espacio residual. Porque este lugar es sin duda, en muchos casos, el mejor espacio del edificio. Por el ansiado soleamiento, por las infinitas vistas y en definitiva, por su posición privilegiada en el entorno.
En las escuelas de arquitectura nos hablan de la quinta fachada, pero en la calle este concepto no existe. Directamente.
Este espacio (la cubierta) ya fue puesto en valor por Antoni Gaudi en la casa Milá, o por el grandísimo genio Le Corbusier es su primera “Unité d´habitation”, ubicada en Marsella. Éste último incorporó aquí los principios que había ido desarrollando a lo largo de muchos años en materia de vivienda, estableciendo los criterios que deben cumplir los edificios residenciales para mejorar la vida de sus ocupantes.
Creo que su tratamiento debiera estudiarse a nivel de proyecto con especial detenimiento y minuciosidad. En muchos casos los arquitectos no pensamos lo suficiente en la cubierta; parece que como nadie la ve, o nadie la usa, no sirve para nada. ¿ Porque para qué puede servir una cubierta? Si está llena de instalaciones! Desbordada de sucias chimeneas, de malolientes shunts, de esqueléticas antenas, de monstruosos equipos de climatización y de un sinfín de extraños aparatejos que no se saben ni para qué sirven (dirán muchos).
Además, en muchos casos los tejados son prácticamente inaccesibles, inclinados y por tanto sin posibilidad de uso. Pero las técnicas actuales permiten plantear una cubierta plana transitable en todos los casos que se desee. Así que… ¿por qué no hacerlo? Basta con un diseño estudiado y cuidar mínimamente que las labores de impermeabilización se realicen correctamente.
¿Y qué se consigue de esta forma? Pues muchas cosas: pero sobretodo contribuir al enriquecimiento de la vida de sus moradores. En la sociedad actual, llena de matices multiculturales y sociales, se consigue la integración social y la mejora de la calidad de vida de las personas que han crecido en el universo 2.0. Porque se favorece la interacción entre los vecinos, gracias a que en el nuevo espacio creado se pueden realizar múltiples actividades no vinculadas al mundo digital: desde crear un huerto urbano, hasta realizar picnics o practicar algunos deportes al aire libre.
Considero que la normativa municipal de los núcleos urbanos debiera obligar a destinar una parte o la totalidad de las cubiertas a uso comunitario.
Las cubiertas: todo un mundo de posibilidades por descubrir.