casa 33

el proyecto de toda una vida…

Antes de comenzar a escribir sobre los edificios de Le Corbusier que he visitado en Francia, quería hacer una introducción para explicar algunos de los aspectos más importantes de este hombre. Sí, porque además de arquitecto, Le Corbusier fue una persona.

  El nombre de Le Corbusier (autoadoptado con la edad de 30 años aproximadamente) es un juego de palabras que hace referencia a un apellido de su madre (Lecorbésier) y “corbeau” (que significa “cuervo” en francés, en clara alusión a su propia indumentaria).

Intentar comprender a un genio es imposible, precisamente porque esa condición conlleva de forma inherente una gran dosis de libertad y creatividad que se escapan de todo análisis. Se han descrito hasta la saciedad los hitos que conformaron su vida profesional, sus obras, y también se han realizado muchas interpretaciones (algunas erróneas) de sus ideas. Por cierto, muchos de los conceptos forjados por este creador resultan hoy de total actualidad. Resulta muy sencillo encontrar todo tipo de datos sobre la obra de Le Corbusier “arquitecto”. Sin embargo, poco se ha escrito sobre “la persona”. Su faceta humana. Sin duda fue un hombre con una enorme sensibilidad. Podría decirse que con mucho lado femenino. Teniendo en cuenta la relevancia de su obra, es evidiente que sabemos muy poco de sus pensamientos más personales, de su sentir más íntimo, de su visión de la vida.

Parece que fue un receloso vigilante de su vida privada, aunque algunos historiadores han especulado sobre la persona que pudo ser. Hubo numerosas mujeres en su vida. También se sabe que durante un tiempo frecuentó los burdeles de Pigalle. Hay quien especula con su gran energía amorosa y la fuerza de su obra. También tuvo varias relaciones, aunque no ha trascendido ninguna figura como relevante en el fascinante viaje a través del mundo que realizaron sus ojos y sus manos. Algunas de ellas fueron la bailarina Josephine Baker, la millonaria sueco americana Tjader Harris,la artista Helena Simkhovich, Minnette de Silva y por supuesto su esposa Yvonne Gallis (mujer de ingente paciencia ante los escarceos de nuestro protagonista). Él mismo se definió como un “gigoló” a los 63 años. LC no tuvo hijos, algo que sin duda ayudó puede explicar la prolífica carrera que desarrolló a diversos niveles.

Nacido en 1887 en una familia acomodada de Suiza (muy próximo a la frontera francesa) comenzó siguiendo el oficio de su padre: la decoración de cajas de relojes. Uno de sus profesores enfocó su interés hacia la arquitectura, materia que no le atraía hasta aquel momento. Al inicio fue tachado de inútil por sus mismos padres, ya que éste no cumplía con las expectativas que habían que estos depositado en él. Supongo que esta es la razón por la cual LC mantuvo una constante relación por carta con su madre a lo largo de toda su vida, en las que engrandecía sus logros profesionales con el fin de alcanzar el tan ansiado amor materno.

Comenzaba una etapa de cambio. Dentro y fuera de este inquieto joven. La arquitectura anodina que le había rodeado hasta aquel momento comenzaba a transformarse. Los estilos Art Nouveau y Art Déco triunfaban en Europa, pero el revulsivo llegó desde el otro lado del océano. La Escuela de Chicago hizo que LC encontrara un punto de partida, una abertura por la que comenzó a emanar el torrente de ideas que ya por aquel entonces hervía en su interior. El lema “La forma sigue a la función” de Sullivan, el original estilo de Wright y el viaje que realizó a EEUU a principios de siglo marcaron su comienzo.

A su vez, la construcción aceleraba su ritmo gracias a la revolución industrial y al nacimiento de nuevos materiales como los perfiles de acero y las estructuras de hormigón armado. Se abría de esta forma un abanico de infinitas posibilidades creativas. Un nuevo Renacimiento. La luz después de la sombra.

En los años siguientes recorrió la nueva Europa que hervía de ideas. Contactó con los grandes del momento (Behrens, Gropius, Mies,…) hasta que con 30 años (1917) se instaló definitivamente en París. Aquí se rodeó de artistas de diferentes campos, sobre todo de la pintura, en una urbe donde no por casualidad también eligieron grandes genios como Picasso, entre otros. En Paris LC comienza una carrera meteórica, marcada en sus inicios por las publicaciones de sus ideas (Esprit Nouveau, Vers une architecture, casa Domino, etc). Sus escritos fueron una constante que le acompañaron durante toda su carrera. Aprovecha cualquier instante para dibujar y escribir: tanto en su vida de París como en los infinitos desplazamientos que realizó: cualquier lugar servía para crear: desde aviones, trenes, habitaciones de hotel…

Las dos guerras mundiales le afectaron directamente. Pero la ausencia de proyectos, lejos de detener su actividad creativa, le permitió centrarse en escribir, pintar y  sobre todo, en proyectar nuevas ideas arquitectónicas.En una de estas épocas bélicas surge “El modulor”, un sistema de medidas y proporciones relacionadas con la escala humana.Al comienzo de los años 30 el rumbo de la arquitectura contemporánea cambia con la Ville Savoie, situada a las afueras de París.“La carta de Atenas” (1933) agrupa los principios básicos que deben tenerse en cuenta a la hora de realizar un plan Urbanístico. Estos fundamentos se reflejaron en numerosos planes urbanísticos (muchos de ellos nunca realizados) para ciudades en países emergentes de América del Sur o India.

Muchos de sus proyectos fueron rechazados en vida o no llegaron a ejecutarse tras su muerte. De más de 500 proyectos sólo 50 aproximadamente se erigen hoy ante nuestros ojos.Es evidente que LC mantuvo en todo momento un respaldo económico, no se sabe muy bien si por la proyección que iba consiguiendo. Pero por lo que yo conozco, y a pesar de las dificultades, nunca tuvo que detenerse para trabajar en algo menos “creativo” y conseguir dinero para seguir adelante.

Su obsesión pictórica y escultórica impregna toda su obra, donde por primera vez en la historia los edificios son utilizados como grandes lienzos. La tela se sustituye por el hormigón. Donde esculpe siluetas jugando con el encofrado. Pero también pinta tapices. Y sobre todo paredes, con el pincel de la luz del sol que acaricia sus creaciones apoyadas sobre la tierra.

Murió en 1965 mientras nadaba en el Mediterráneo. Al parecer le encantaba nadar. También trabajar. Él mismo afirmó en las postrimerías de su vida: “ Es un poco extravagante haber trabajado tanto. Trabajar no es un castigo; trabajar es respirar”. Ahí es nada.