Para concluir mi prefacio sobre mi viaje “tras las huellas de Le Corbusier” quiero señalar algunos de los aspectos más importantes en su obra.Tanto si os resultan conocidos como si no, me gustaría que sirvieran para encender la llama de la curiosidad y adentrarse en una figura tan relevante de la historia de la arquitectura.
Podemos acceder a su obra arquitectónica en numerosas publicaciones. Una gran parte de sus textos también han sido difundidos, aunque no siempre resultan de fácil “digestión”. Su obra pictórica no se ha reproducido con tanta profusión debido a su escasa relevancia en relación con el conjunto de su obra. Las interpretaciones y opiniones que podemos encontrar pueden resultarnos de cierto interés, aunque libros como “Análisis de la forma” -de Geoffrey H. Baker- aportan poco a la figura de este gran genio.
Le Corbusier era un hombre que vivió por y para la arquitectura, su gran pasión. No puede explicarse de otra forma su prolífica obra. Su gran fuerza interior y su seguridad en sí mismo le empujaban hacia delante. De esta forma emergían al exterior sus ideas y realizaba contactos permanentemente en una búsqueda incesante por obtener nuevos encargos.
Con el viaje que he realizado en Diciembre tras sus huellas, me he preguntado cómo sería su día a día. Sin duda muy diferente del que en la actualidad acompaña a un arquitecto de su categoría, en la que los equipos técnicos, la movilidad, internet y la ubicua tecnología invaden el desarrollo del trabajo diario. Le Corbusier contó a lo largo de su vida con numerosos colaboradores (incluyendo músicos, pintores, etc) y algunos de sus discípulos continuaron durante un tiempo con sus obras inacabadas o simplemente proyectadas (como por ejemplo sucedió con la Iglesia y la Unidad de Habitación de Firminy, Francia).
Por poner un ejemplo, a principios del S. XX trasladarse de un lugar a otro de Europa suponía un gran esfuerzo y conllevaba la pérdida de un tiempo muy importante en cada desplazamiento. Pero además LC no sólo construyó en París, Francia o Suiza. También tenemos obra y proyectos urbanísticos muy importantes en varios continentes: en Chandigarh (India),en EEUU, en América del Sur, etc.
Cuando la guía de Firminy me explicaba en la visita guiada al complejo edificado que allí se erige, me indica que a la obra del Centro de Jóvenes sólo acudió en 2-3 ocasiones. En Ronchamp acudió un número mayor de veces, pero teniendo en cuenta que las obras duraron 4-5 años, podemos afirmar que gran parte de las decisiones se tomarían a través de intermediarios y/o de interpretaciones de sus planos. Como finalmente ha sucedido en varias obras (Unité d’habitation e Iglesia de Firminy).
En los próximos post comenzaré mi apasionante viaje por la senda que el más grande entre los grandes realizó en el pasado s.XX. Algunas de las obras que he visitado presentan un intolerable grado de deterioro, si bien la mayoría se encuentran en un correcto estado de conservación. Como es lógico, muchas de sus obras han necesitado obras de restauración (los materiales de hace casi 100 años lógicamente no son iguales que los actuales), sobre todo debido a las filtraciones del agua de lluvia a través de la cubierta o por otros problemas constructivos. En la fundación Le Corbusier se encuentran archivados diferentes documentos y material gráfico del gran genio.
LC estaba en permanente estado de experimentación. Si cualquiera realiza un análisis de su obra puede ver con facilidad cómo iba corrigiendo permanentemente sus errores. Y de esta forma, como es lógico, la mayoría de sus grandes obras las realizó en su etapa de madurez. La única excepción que yo destacaría en la Villa Savoya, en París, una joya atemporal de todos los tiempos y que sin duda le sirvió para obtener una enorme repercusión en la sociedad de aquella época.
En la Escuela de Arquitectura de San Sebastián apenas me hablaron de arquitectura. Y menos de arquitectos. Sé que mencionaron a un tal Le Corbusier, pero sólo muchos años después he comprendido la importancia de lo que esta persona, su talento y su “constancia” llegaron a alcanzar.