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el proyecto de toda una vida…

Le Corbusier (La Chaux-de-Fonds, Suiza 1887/Roquebrune-Cap-Martin, Francia 1965) no fue solo un arquitecto relevante; Le Corbusier no fue, es. Y precisamente es el más grande entre los grandes. El padre de la arquitectura contemporánea. Más que un clásico, es el origen. Un pensador, un filósofo, un visionario. Alguien que, a través de la arquitectura, dedicó su vida a hacer del mundo un lugar mejor. Porque su existencia se basó en la duda, en replantearse todos los conceptos artísticos y sociales vigentes a través de la observación. Una persona que pasó de aborrecer la arquitectura a convertirla en el sentido de su vida gracias al papel de su maestro en la Escuela de Arte de La Chaux-de-Fonds Charles L’Eplattenier.

Trabajador incansable, su prolífica obra es simplemente inigualable. En cantidad y en calidad. De talento infinito, con su absoluta pasión dejó claro que fue en sí mismo arquitectura en estado puro. Concibió numerosas teorías y conceptos de plena actualidad hoy día, y lucho hasta la saciedad por materializarlos a pequeña y gran escala. Y lo consiguió, en gran medida. De hecho, 17 de sus edificios más significativos (repartidos por 7 países) fueron incluidos en 2016 dentro de la lista de Patrimonio de la Humanidad, según la Unesco. Basta con acercarnos a cualquiera de ellos y  veremos una chapa conmemorativa instalada en la entrada de cada una de dichas obras. Una importante muestra de apoyo que llegó en un momento delicado, como os expondré a continuación .Por todo ello y por mucho más, merece un respeto.

Este post surge  como respuesta a la reciente publicación en Francia de un libro escrito conjuntamente por 17 historiadores (casualidad, uno por cada edificio designado como Patrimonio de la humanidad por la Unesco). Se titula “Le Corbusier 1930-2020- Polémiques, memoire et histoire”, y ha sido coordinado por Rémi Baudouï, historiador especializado en la obra del creador francosuizo. Nace con la intención de recomponer el pensamiento de este hombre no como arquitecto, sino como persona. Una publicación encargada por la propia Fondation Le Corbusier y el Centro Pompidou y que trata de arrojar luz sobre su ideología, tras las múltiples acusaciones que injustamente han ido surgiendo a lo largo de los últimos años. Críticas que suenan con fuerza por primera vez en el año 2015, con gran repercusión mediática en todo el país, y que en abril de 2019 volvieron a estar de actualidad debido a la petición de un grupo de intelectuales franceses que pidieron al Gobierno de Emmanuel Macron que “no fuera cómplice de la rehabilitación de Le Corbusier”. Sin comentarios.

Por eso esta nueva publicación es necesaria, para limpiar su imagen y  dejar su honorabilidad bien alta, que es justamente donde le corresponde.

Precisamente en 2015 se celebró en el Centro Pompidou de Paris la exposición con el título “Mesures de l´homme” (medidas del hombre) con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento. Como ya he adelantado, en aquel momento se alzaron voces (intelectuales franceses) como Xavier de Jarcy (“Le Corbusier, une fascisme francaise”), Francois Chaslin (“Un Corbusier”) y Marc Perelman (“Le Corbusier, une froide vission du monde”). En estas publicaciones, se  le atribuían pensamientos totalitarios, antisemitas o directamente fascistas, simplemente por su cercanía con el régimen colaboracionista que el general Philippe Pétain estableció en Vichy durante los años de ocupación nazi en Francia. No voy a negar las evidencias, pero considero que se han sacado de contexto muchos de los acontecimientos que vivió, y que simplemente fueron inherentes a la época histórica en la que se encontraba. Aquella etapa seguramente fue un error. Seguramente. Y hasta él fue consciente de ello. Por ese motivo contó con el periodista Maximilien Gauthier para publicar la biografía “Le Corbusier ou l’Architecture au service de l’homme” (1944). El título ya lo dice todo.

Como ya he adelantado, la ideología de Le Corbusier quedó recogida en algunas de las cartas que escribió a su madre. Y en ellas, manifiesta únicamente una opinión personal acerca de los judíos o la política en general simplemente. Como cualquiera de nosotros tenemos y debemos respetar aunque no sean de nuestro agrado, sobre todo porque fueron palabras que no tuvieron ninguna repercusión directa en aquel momento. Ni siquiera perteneció a ningún partido político y su cercanía a determinados líderes políticos se debió exclusivamente a motivos laborales. Le Corbusier recibió encargos de clientes judíos, apoyó a figuras de la resistencia francesa y también trabajó para gobiernos socialistas. Pero sólo tuvo un interés: la arquitectura. Y querer buscar un lado oscuro que determine otros intereses es simplemente falso y sólo los puede afirmar alguien que no conozca verdaderamente su figura.

Por todo ello, no podemos etiquetarlo por tener una afinidad exclusivamente, y así lo comprendieron los franceses tras la liberación de Francia de la ocupación nazi en 1944 que dio paso a la democracia de la mano de Charles de Gaulle. Todo lo demás pretende demonizar a este gran creador suizo que se sintió francés y que hizo mucho por Francia. No debemos olvidar que “arquitecto” y “persona” fueron en Le Corbusier completamente indisolubles, y cuyo fin último fue materializar sus ideas destinadas al bien común.

En ese momento la fundación Le Corbusier (ubicada en la Ville La Roche-Jeanneret de Paris, obra doble del propio arquitecto) tuvo que salir al paso para defender su figura. Aunque los detractores de su arquitectura y su pensamiento comenzaron mucho antes su andadura. La envidia es un veneno que contamina a muchas personas. De hecho, en el funeral de le Corbusier (1965) André Malraux (escritor y político, en aquel momento ministro de cultura en el gobierno de Charles de Gaulle) dedicó unas cálidas palabras de reconocimiento a su obra, reconociendo tácitamente la existencia de calificativos no tan respetuosos hacia su persona.

Personalmente me importa muy poco los cabos que puedan haber atado los investigadores e historiadores franceses. Profundizar en su pasado más íntimo no deja de ser un acto de mal gusto, puesto que si una impronta tuvo su carácter fue la trasparencia. Trabajador incansable, amante de su profesión hasta la saciedad, fueron decenas y decenas de escritos, libros y publicaciones las que dejó como legado de su pensamiento. Por no hablar de todas esas cartas que antes os mencionaba. Dirigidas a amigos, familiares o potenciales clientes. Más de 7.000 misivas escritas entre 1908 y 1965 y que todavía se conservan muchas de ellas. Al igual que sus numerosos cuadernos de viajes. Una herencia de la que la humanidad debería estar profundamente agradecida y comprender por tanto que la declaración de patrimonio de la humanidad a gran parte de sus obras es un acto de coherencia y justicia histórica.

Pocas cosas podemos echar en cara a este gran creador. En todo caso, haber nacido en una familia medianamente acomodada (él no tuvo la culpa)  que le permitió recorrer Europa durante años siendo muy joven. Partió hacia Italia en 1907, con 22 años. Allí analizó la arquitectura que se encontraba a su paso, redibujando en cuadernos todos los detalles que llamaban su atención. Una etapa transcendental (él mismo la denominó “el viaje útil”) que sirvió para formar la personalidad del futuro maestro de la arquitectura contemporánea. Conoció a los arquitectos más importantes del momento, tanto en Viena como en París. En esta última ciudad trabajó con Auguste Perret y fue donde descubrió su fascinación por los edificios que comenzaban a construirse en aquel momento. Y de esta forma, asistió al amanecer de la nueva arquitectura que estaba por llegar. El regreso a su ciudad natal fue una simple parada, ya que pronto se lanzó de nuevo a recorrer los países balcánicos, Atenas, Berlín, etc. Su sed de descubrimiento de nuevos lenguajes arquitectónicos (presentes y pasados) fue infinita.

Volvió a su Suiza natal y comenzó su carrera profesional. Al principio, con proyectos de viviendas unifamiliares similares a las del entorno. La Primera Guerra Mundial supuso para él la paralización de algunos de sus proyectos. Un conflicto al que él lógicamente se oponía y de hecho mostró por escrito claramente su aversión por el nazismo. Un conflicto que años después supondría una oportunidad para él derivada de la necesaria reconstrucción de las zonas urbanas destruidas en el conflicto bélico.

En 1917 se trasladó definitivamente a París, donde abrió su propio estudio de arquitectura. Su relación con el pintor Amédée Ozenfant fue clave. Ambos fundaron la revista “L’Esprit Nouveau”.Una publicación que durante 5 años (1920-1925) contribuyó significativamente a la difusión de sus pensamientos y que le permitió adquirir un importante reconocimiento cultural. Un periodo de pocos encargos, pero en el que Le Corbusier publicó varios libros de rompedoras ideas arquitectónicas y urbanísticas. Os recomiendo visitar la vivienda unifamiliar que Le Corbusier construyó para su socio en la Avenue Reille de Paris en 1922.Aunque está cerrada al público, os recomiendo acercaros hasta allí para viajar mentalmente en el tiempo y disfrutar de un lugar memorable en la historia de la arquitectura contemporánea.

En 1923 entró en contacto con la escuela de la Bauhaus alemana, un referente del que todos habéis oído hablar. La admiración mutua con Peter Behrens (fundador de la escuela) se tradujo en la invitación a participar en la exposición colectiva de nueva vivienda “Weissenhof siendlung”, celebrada en Stuttgart (Alemania) en 1927. La Deutscher Werkbund, comisariada por el mismísimo Mies Van de Rohe, organizó este evento en el que se dieron cita los mejores arquitectos del momento. Esta cita supuso un hito en la historia de la arquitectura contemporánea, y no podéis de dejar de acercaros a Sttutgart. La vivienda doble diseñada por Le Corbusier es visitable y súper- recomendable. La imagen que aparecer al comienzo de esta post recoge mi visita a este lugar en 2017.

A partir de aquí comienza un destino incierto. Una noria que combina éxitos y fracasos, tanto con clientes públicos como privados. En los siguientes años, desarrolló viviendas sociales (Pessac) como casa para las élites parisinas que hoy día todavía continúan en pie. Afortunadamente. El modelo de vivienda que ha pasado a la historia como una de las mejores casas del mundo fue la Ville Savoye, erigida a las afueras de Paris (Poissy) en 1929. Justo el año de la crisis internacional que surgió en Nueva York. Entre este año y el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939) Le Corbusier disfrutada de un indiscutible prestigio. Sin embargo, los encargos no llegaban a materializarse.

Pero a pesar de ello, la gran autoestima de nuestro protagonista le llevó a seguir dibujando, escribiendo y buscando oportunidades laborales en múltiples ámbitos y muy diversos países europeos y americanos. Incluyendo la Unión Soviética y su régimen comunista, donde obtuvo un merecido reconocimiento (Centrosoyuz de Moscú). Aunque un tanto efímero. Aprovechando su posición y reconocimiento internacional, en la década de 1930 trató de convencer a los gobiernos de diferentes países europeos para desarrollar sus planes urbanísticos.

A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) comenzó una nueva etapa de nuevos proyectos, nuevas publicaciones y nuevos conceptos. Incomprensiblemente, Francia le dio la espalda durante  los primeros años. Sin embargo, obtuvo una gran oportunidad laboral en Chandigarh, India. Así fue la vida de Le Corbusier: éxitos y fracasos que se alternaban continuamente. Su gran fuerza interior supo superar todas las dificultades y finalmente obtuvo en Francia, su país de adopción, el reconocimiento que merecía. Ronchamp, La Tourette o Firminy son solo algunos de los ejemplos más destacados de la época de madurez de este inagotable creador. La muerte de Ivonne (1957) y de su madre ( 1960) fueron debilitando la llama de Le Corbusier, hasta que se extinguió el 27 de agosto de 1965, en aguas del mar mediterráneo. Fue en Roquebrune-Cap-Martin, el lugar en el que él quiso descnsar para siempre junto al amor de su vida: Ivonne Gallis.

Os invito a leer el libro “Vida y obra de Le Corbusier”, escrita por Jean-Louis Cohen y publicada en español (¡cómo no!) por la editorial Gustavo Gili. De esta forma podréis conocer más de cerca la vida de Charles Édouard Jeanneret-Gris. Y veréis que a pesar de todo, mostró un espíritu de sacrificio y una voluntad de aprendizaje desde sus comienzos.

Es cierto que se acercó a gobiernos autoritarios, comunistas… qué más da? Es lo que había en aquel momento y no precisamente por su apoyo. El interés de Le Corbusier era encontrar promotores para materializar sus ideas arquitectónicas y urbanísticas. Todo lo hizo por la arquitectura, por las personas. Desinteresadamente. De hecho, no podemos acusarle ni siquiera de tener un ego de súper-estrella como las que conocemos hoy día. Eran otros tiempos, sí. Sin televisión ni redes sociales.

De hecho, fue nombrada persona non grata en la comunista URSS de Stalin y en Argelia. Únicamente por defender sus ideas arquitectónicas.

Dice un proverbio chino que “Todo clavo que sobre sale recibe un martillazo”. Y en este momento se cumple totalmente. Porque  si algo hizo Le Corbusier desde sus comienzos fue destacar.

Quizás su vida sentimental tuvo demasiados escarceos (por ejemplo, con la cantante y bailarina Joséphine Baker, la artista Helena Simkhovich, , Marguerite Tjader Harris, Minnette de Silva u otras), algo que es éticamente reprobable. Ha sucedido también con otros grandes genios, como Picasso sin ir más lejos. Pero esto es algo que podemos considerarlo un pecado menor, sobre todo teniendo  en cuenta lo mucho que Le Corbusier viajó por todo el mundo y la multitud de personas que conoció a lo largo de su vida. Porque si hay algo innegable en su existencia es que fue intensa y apasionante hasta la extenuación, regada por todos los acontecimientos que vivió a lo largo de seis decenios de viajes por todo el mundo. A pesar de ello, Yvonne Gallis fue un apoyo fundamental durante los años más importantes de su vida. Se conocieron en 1922 y ocho años más tarde contrajeron matrimonio. Permanecieron juntos casi 36 años, hasta la muerte de ella en 1957. No tuvieron descendientes.

Pretender enturbiar la imagen de Le Corbusier me parece simplemente repugnante. Nunca ocupó ningún cargo político ni tomó decisión alguna que perjudicara a ningún individuo. Al revés, su contribución a la definición de las viviendas tal y como las como conocemos hoy fue fundamental. Su concepto de “máquina para vivir” no estaba destinada a las clases más pudientes. Su modelo en la exposición Siedlung de Stuttgart que antes os he mencionado nació con la vocación de extenderse entre las clases obreras, como sucedió en la Cité Frugés de Pessac, muy cerca de Burdeos que también señalé antes.

Le Corbusier fue humano. Y no fue perfecto, lógicamente. También falleció, tristemente  ahogado en el mar, junto a una de sus últimas obras. Pero su obra siempre será eterna. Para amantes de la arquitectura como yo. Para miles y miles de personas en el mundo presente y futuro. Fuente de inspiración, incluso para grandes figuras del pasado reciente como Enric Miralles ( DEP) . Y efectivamente, obras tan significativas como el cementerio de Igualada (donde precisamente él descansa), posee composiciones corbusieranas de todo tipo, como las puertas correderas de los nichos que nos trasladan hasta las fachadas del Monasterio de La Tourette.

Por favor, señores historiadores: dediquen el tiempo a otra cosa. Le Corbusier hizo mucho en favor de la humanidad, y es de bien nacidos ser agradecido. Tienes toda mi admiración, respeto y confianza. Vous êtes très grand. Le plus grand. Repose en paix.

 

 

Buenos días:

Me llamo Miguel Ángel Flores Calle. Soy un arquitecto español de 47 años .

Mi pasión es la arquitectura . Escribo, dibujo, leo, viajo y desarrollo pequeños proyectos con gran personalidad.

Tengo un humilde blog en mi página web ( www.casa33.es) donde escribo asiduamente. Me dirijo a ustedes para invitarles a visitar uno de mis últimos post, que  trata sobre Le Corbusier. En él defiendo su figura por encima de cualquier crítica.

Espero que les guste.

Muchas gracias por su atención.

Atentamente.