Hoy termina 2014. Y he querido despedirlo visitando la casa 33. Mi casa. Mi sueño. Mi yo hecho arquitectura. Y lo he hecho para hablarle como muchas veces hago y para sentirme una vez más, cerca de ella. Al igual que ella habla de mí cuando yo no estoy.
Y hoy, después de casi 6 eternos y dolorosos años, la he visto más bella que nunca. Llena de posibilidades. De paramentos infinitos, de espacio contenido, de acabados originales, de juegos arquitectónicos, de fragmentaciones visuales, de paseos tridimensionales y por supuesto, de perspectivas sin fin. Por ello, he realizado un reportaje fotográfico que pronto os mostraré en la nueva web de casa33.es que estará en funcionamiento a primeros de 2015.
Esta mañana ha sido gélida. Cuatro grados bajo cero. Quizás una metáfora de lo que ha sido el año que hoy se va. O tal vez los años que se han ido. Pero tras la fría noche, el hielo se ha derretido con los primeros rayos de sol y la luz ha comenzado a atravesar diagonalmente todos los espacios de la casa 33. Exteriormente, la materialidad de cada volumen cobraba hoy un especial protagonismo y la entrega de cada uno de ellos a los cuerpos adyacentes se ha mostrado con una inusitada fuerza. Las líneas inclinadas, las líneas curvas, los planos sesgados, cada trazo escrito en el espacio hace referencia a mi arquitectura y al deconstructivismo que personalmente admiro.
Hoy me he despedido del año, con el firme propósito de concluir lo que un día comencé. Porque hoy me siento más preparado que nunca, más seguro que nunca: más cerca que nunca.
Feliz 2015!