El tercer día de mi visita a la obra de RCR en Girona comienza un poco más tarde de lo habitual, y con las fuerzas mermadas por el exceso realizado la noche anterior. Repaso mis dibujos, mis notas y mis fotografías y me paro a pensar. En este viaje estoy aprendiendo algo que quizás nadie nunca me enseñó: estoy aprendiendo a depurar. A buscar la esencia. Porque la arquitectura se expresa por sí misma. Sin artificios. Reivindicando el paradigma de la modernidad. A veces proyectar es renunciar; y otras muchas (si no todas) es buscar el origen de las cosas.
RCR no proyecta espacios: alumbra sensaciones. Construye sueños: los suyos, y los que habitan en cada persona que disfruta de sus creaciones. Muchos de los cuales no pueden considerarse edificios en el sentido estricto de la palabra.
Mi primera parada hoy es en el “Pabellón en el estanque” de Llagostera (2008). Un interminable cierre de parcela a base de bandejas de acero corten esconde esta obra de RCR, cerrada hacia la calle y abierta hacia una amplia extensión tapizada en color verde. Pude visitarla libremente gracias a la generosidad de su propietario: “moltes gracies, Josep”. Accedo al interior de la parcela a través de un sinuoso camino de tierra y llego hasta una construcción tradicional de piedra. Una casa rehabilitada que apenas muestras signos de la intervención hacia el exterior. Sin embargo, en el exterior se oculta un íntimo espacio de trabajo construido íntegramente mediante pletinas y perfiles de acero. Este material inunda el suelo, las paredes y los techos. Las mesas de trabajo, la entreplanta y otros elementos repiten el diseño que los propios arquitectos han empleado en el espai Barberí, ya que son prácticamente coetáneos. La zona de servicio (con planchas infinitas de acero) resulta especialmente vanguardista e innovadora. Un lugar en el que el mobiliario, grifería, etc han sido creados en acero corten ex profeso para esta obra. Impresionante.
Sin embargo, aún queda el plato principal: “el pabellón en el estanque”, que se encuentra 25 metros más hacia el interior de la parcela. Una joya para los sentidos, inintetigible e indescriptible, que a través de los reflejos de su piel metálica se mimetiza con el entorno y deleita al visitante con un baile de brillos que impiden saber dónde se encuentra el límite entre el interior y el exterior.
Esta nueva edificación nace con la voluntad de ser una vivienda unifamiliar exclusiva, con la particularidad de haberse construido en el interior de un antiguo estanque. En planta, una pieza longitudinal se apoya sobre el vaso de agua (aunque en el momento de mi vista carecía de ella). Su piel de lamas onduladas de acero (similar a la de la piscina de Manlleu, pero con mayor potencial al carecer de un esmalte que elimine los brillos) pretende emular el movimiento del agua y mimetizarse con la naturaleza.
Se trata de una vivienda resuelta en dos plantas que actualmente no se encuentra habitada, y que emerge del terreno salvando el desnivel existente. El acceso peatonal se produce por la parte superior (planta baja), donde se ubica una gran caja de cristal que funciona como pabellón superior de acceso y que alberga la zona de día. En la parte inferior (semisótano) se encuentra la zona de noche, más íntima, con algunos espacios que deliberadamente carecen de luz natural. En cualquier caso, la distribución de esta planta me resulta excesivamente fragmentada y poco funcional. Casi laberíntica. Esta zona no me ha gustado nada, que además no dialoga con la extraordinaria planta superior.
Podría decirse que el gran protagonista es la obra que emerge desde el estanque, y que sin duda resulta excepcional. El juego de luces cambiantes que produce la luz del sol en el interior al reflejarse en todas esas lamas que recubren el edificio de cristal genera una atmósfera enigmática. Imagino que el agua que abraza esta obra aumentará esas sensaciones. Sin duda un espacio mágico e inquietante, cuya fachada confiere una personalidad única a esta vivienda.
Mi siguiente parada es la bodega Bell-Lloc. Una obra especialmente intimista. Una “escultura transitable” que emerge parcialmente y se integra a la perfección en el paisaje. Un edificio que desaparece bajo el terreno y que por tanto resulta muy adecuado para la conservación y tratamiento del vino. Las dos rampas sinuosas de acceso quedan enfrentadas siguiendo las curvas de la naturaleza, con un esquema similar al del acceso al parque de Pedra Tosca. Las galerías interiores subterráneas transmiten un contacto absoluto con la naturaleza. Sin luz artificial, la mano del hombre pasa a un segundo lugar. Los espacios creados sin conexión con el mundo exterior, como la sala de catas, son simplemente de otro planeta.
En Palamós existen otras dos intervenciones de RCR: la esfera de luz (una escultura esférica a modo de baliza ubicada en el extremo de un dique del puerto) y el “punto de encuentro Mas el Vent”, una obra de rehabilitación de uso público que puede visitarse, pero a la que no pude acceder por encontrarse cerrada.
Tras una pausa ligeramente prologada para reponer fuerzas, mi camino continúa en Begur. Aquí se encuentra el “Parque de la Arboleda” (2005), una obra que incluye un amplio parque urbano y un Centro Cívico de reducidas dimensiones. Con anterioridad ya había visitado este trabajo de RCR y debo decir que no se encuentra entre mis favoritos.
En esta intervención el protagonista en el espacio público, y la pequeña construcción ubicada en el centro del parque alberga un pequeño Centro social. De nuevo el desnivel del terreno es aprovechado por los arquitectos para configurar la respuesta al proyecto, jugando con los accesos peatonales (rampas y escaleras). La “caja de cristal” descansa en sus dos lados sobre pesadas piezas de acero corten, dejando que el espacio público fluya bajo el edificio, sin interrupciones. La cubierta de acero corten “deliberadamente pesada” remata esta pequeña y tímida construcción.
El día avanza inexorablemente y llega la hora de poner rumbo de vuelta hacia Olot. Sin embargo, aún hay tiempo de poder realizar alguna visita más. En algún lugar de La Vall de Byanya encuentro con inusitado esfuerzo la vivienda horizonte, el hogar de “la Fina”, propietaria de Les Cols. Una casa impresionante, de fuerte volumetría, resuelta íntegramente en acero corten. Salvando las distancias, el planteamiento inicial es similar al que emplearán posteriormente en el Museo Soulages de Rodez (Francia).
La vivienda de esta gran creadora culinaria forma ya parte del paisaje en el que se ubica. Un paraje impresionante sirve de escenario para esta rotunda creación que, sin embargo, apenas altera el entorno en el que se ubica. Una vez más el desnivel existente es aprovechado con increíble maestría. En la parte superior, las vacas pastan tranquilamente ajenas al interés que suscitan esas cajas de acero que tienen como telón de fondo. En total, once cajas emergen desde lo alto de un talud: cuatro a un lado del núcleo de comunicaciones vertical, y seis al otro. Un esquema de distribución longitudinal que alberga con generosidad un programa de vivienda unifamiliar con el sello inconfundible de sus autores. Me hubiera encantado visitar el interior de esta vivienda particular, pero debo conformarme con las fotografías publicadas en el Nº 138 de “El croquis”. Unas imágenes que transmiten la gran calidad de esta obra, que sin embargo no poseen la calidez que yo presupongo a un hogar.
Muy cerca de allí se encuentra la “alberca en la Vila”, Una escultura de agua en un entorno espectacular , alrededor de la cual se ubican varias construcciones y donde se ofrece alojamiento rural completamente aislado de la civilización. Acero corten, hormigón blanco, piedra y agua son los materiales que componen esta obra.
Muy cerca de Olot, efectúo mi última parada del día: la “vivienda unifamiliar para un herrero y una peluquera” en La Canya. Uno de los primeros encargos de RCR que muestra ya la fuerza de sus principios. El programa se resuelve en dos plantas, quedando la inferior rehundida respecto a la rasante de la calle, y que además incluye un espacio destinado a peluquería. Una caja de acero corten descansa sobre un zócalo revestido de piedra blanca, enmarcando el paisaje desde la planta superior.
En planta, la distribución es simétrica respecto a un porche abierto que se genera bajo la vivienda, y que permite a cada lado el acceso de vehículos y personas respectivamente. El cierre de parcela tan sumamente abierto permite una visión general de la casa desde diferentes ángulos. Interiormente, los espacios son regulares y bastante “convencionales” en relación a otras obras, por lo que en este caso tampoco consideré oportuno molestar a los propietarios. Una obra que forma parte de la trayectoria de los arquitectos, con un lenguaje propio, desarrollado en la búsqueda de su propio camino.
Este tercer día ha sido un poco más suave que los dos anteriores, pero también me he impregnado del espíritu que trasmite la arquitectura de Rafael, Carme y Ramón.