En el post de hoy os quiero mostrar una de las últimas obras de reforma que he concluido. Se ubica en una de las zonas urbanas más degradadas de mi ciudad, en el corazón del barrio de Coronación. El edificio no puede evitar mostrar los achaques propios de su edad, y las arrugas hacen acto de presencia en su anciana piel. Los años han curtido las blancas y lustrosas paredes que antaño envolvían los sueños de los nuevos propietarios. El inmueble mira de reojo a sus vecinos, y no puede evitar añorar sus tiempos de juventud en los que viajeros recién llegados del Sur inundaban las calles de alegría, ilusión y trabajo. Venían atraídos por la esperanza de un futuro mejor, y llenaban edificios como éste de esperanza, vida y futuro. Emigrantes de Extremadura o Andalucía, tal vez de Málaga, como mis padres, un lugar donde las nubes no alcanzan a cubrir el cielo infinito.
Por todo ello he querido que mi trabajo sirva para recuperar el brillo de aquellos inolvidables años, y que las nuevas generaciones disfruten de un renovado corazón que los impulse a alcanzar sus metas. Mi proyecto pretende inundar de luz el acceso al edificio y llenar de vida este espacio. Una vez más esta obra incorpora una serie de elementos que caracterizan mi convulsa arquitectura, tensando el espacio, y que redundan en la idea de constante dinamismo presente en mis proyectos.
En esta ocasión, un rayo de luz recorre diagonalmente el techo del portal con el fin de otorgar la máxima dimensión al espacio existente. Una figura blanca, potente, retro iluminada y rematada con el perfil 094 de Viabizunno sobre una “noche” oscura (falso techo negro más bajo). Una desafiante forma que nos conduce hasta el hueco de la escalera: un vacío vertical donde se disipa el rayo eléctrico y aparece la naturaleza en forma de jardín artificial de piedras blancas y troncos naturales de abedul (corteza blanca). De esta forma, y con muy pocos elementos consigo una interesante escenografía que rompe por completo con el envejecido entorno del edificio. Espero que os guste.