casa 33

el proyecto de toda una vida…

Esta semana hemos conocido una gran noticia: el estudio RCR de Olot (Girona) ha obtenido el Premio Prizker de Arquitectura: el galardón más importante  a nivel internacional al que un arquitecto puede aspirar. Patrocinado por la fundación estadounidense Hyatt, es el nobel en la materia. Tiene una dotación de 100.00,00 dólares y a lo largo de su historia (fue creado en 1979) únicamente ha sido concedido a otro español en el año 1996: Rafael Moneo. Un elenco de genios entre los que se encuentran Zaha Hadid, Peter Zumthor, Rem Koolhaas, Norman Foster, Jean Nouvel o Frank.O. Gehry  entre otros. Toman el testigo del prestigioso arquitecto chileno Alejandro Aravena, cuya arquitectura social y postulados arquitectónicos de sostenibilidad lo coronaron a lo más alto en 2016.

A lo largo de su carrera han obtenido numerosos galardones. Hace dos años  obtuvieron la Medalla de Oro de la Academia Francesa de Arquitectura 2015, considerada la antesala del Pritzker. Su imparable trayectoria les ha permitido llegar a lo más alto y es algo que no me sorprende: su esfuerzo diario simplemente ha dado sus frutos.

RCR son las iniciales de los nombres propios de sus tres miembros fundadores: Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta. Un “trío de jazz” cuyos corazones laten en perfecta sintonía desde 1988 y que siempre tuvieron claro que no renunciarían a sus raíces y su esencia. En 1990 un viaje a Japón les mostró el método de trabajo que debían seguir, y que se resume en una simple palabra: compartir. Crean espacios austeros, aparentemente fríos y sin vida, pero que invitan precisamente a vivir, imaginar y ser feliz. Desde el Espai Barberí vuelan hacia todo el mundo, y organizan talleres a través de su fundación Bunka (cultura, en japonés) que dirige Andrea Buchner y pretende “estimular socialmente la valoración de la arquitectura y el paisaje”.

Recuerdo la primera vez que me encontré con la arquitectura de RCR. Corría el año 1998.Me encontraba finalizando mis estudios en la Escuela de Donosti y en la entonces biblioteca “Asplund”-iana diseñada por Miguel Garay (DEP) en el Campus de Ibaeta cayó entre mis manos un monográfico de arquitectura española. Allí descubrí el ¨Pabellón de baño” en Olot. Un ejercicio de contención, que llamaba su atención por su extrema sencillez y rotundidad. Un minimalismo exacerbado, espartano, extremo que consigue un espacio conceptual de gran belleza. Este resumen de su arquitectura se repite  en sus obras posteriores, con una análisis exhaustivo del lugar y el fin de cada proyecto.

19 años después he tenido la suerte de disfrutar de sus numerosas obras  a través de diferentes publicaciones y también visitar algunos de sus edificios. En este tiempo, he adquirido sus tres monografías publicadas por la revista “El croquis”: son los Números 115/116 (III), 138 y 162. Su trabajo posee una fuerte personalidad y está influenciado por el entorno volcánico de la región de la Garrotxa donde se ubican. Incluye infinitas obras del espectro creativo: diseños de  pequeños objetos, esculturas, viviendas unifamiliares, diferentes equipamientos públicos, edificios privados de tamaño medio como  guarderías o bodegas o grandes obras, como el Musée Soulages en Rodez, Francia concluido en 2014.

Hace unos años visité el parque  de la arboleda en Begur (Girona) y la Biblioteca Sant-Antoni-Joan Oliver (2007) situada en el Exaimple barcelonés. Un proyecto que llevaba tiempo queriendo visitar y que una vez más me sorprendió por su enorme simplicidad y fuerza. Una búsqueda de la esencia  del espacio apoyada en el acero corten, que podría hacer referencia al brutalismo más puro generado en el siglo XX  gracias al hormigón armado.

La evolución de su trabajo es innegable, pero manteniendo unos principios inmutables  a lo largo de los años. Es algo que pude constatar el año pasado, cuando visité en la Fundación ICO su impresionante exposición monográfica.

Con el título “ Creatividad compartida” (que también encabeza su web rcrarquitectes.es) los tres técnicos expusieron en esta muestra su gran capacidad de complementarse y dirigir un equipo técnico multidisciplinar al más alto nivel. La ingente cantidad de documentación gráfica, plástica y escrita era abrumadora. Desde esculturas de madera y acero corten hasta muebles a escala, pasando por acuarelas multicolor, dibujos a mano y maquetas de diferentes proyectos. Después de más de 25 años en activo continúa la búsqueda de una ¨”arquitectura desmaterializada” en armonía con la naturaleza. Me encanta leer los principios que rigen su trabajo: porque hablan de soñar, de paisaje, de oler, de respirar, de magia, de llevar la imaginación a la realidad, de las fuerzas de la naturaleza… y sobre todo, de hablar en silencio.

En esta exposición se facilitaba un folleto informativo muy detallado, con plano de ubicación y descripción de las obras más significativas de este estudio. Por ese motivo, en mi cabeza se generó un compromiso con la arquitectura de RCR para realizar un viaje hasta Olot. Organizado para las pasadas Navidades de 2016, tuve que cancelarlo ante la imposibilidad de visitar algunas de sus obras por cierre: el espai Barberí (antigua fundición, hoy sede del estudio), la bodega Bell-Lloc, el restaurante Les Cols, etc. Muy pronto (en Abril de 2017) tengo planificada mi visita a Girona. Por este motivo, al haber conocido la gran noticia del premio Pritzker 2017 a RCR me siento especialmente ilusionado por conocer de cerca su obra.

Desde aquí, quiero dar mi más sincera enhorabuena a este grandioso equipo creativo, cuya arquitectura honesta, directa y meditada ha demostrado ser merecedora de este gran reconocimiento.