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el proyecto de toda una vida…

“La arquitectura es a la vez antigua y moderna; cada obra es una amalgana de elementos que existen desde hace 5000 años y otros que han sido inventados ayer”. Rem Koolhaas. Con esta frase comienza un breve prefacio del fundador de OMA y que sirve de presentación para el libro “Elements of Venice”, resultado de un proceso de investigación acerca del desarrollo histórico de Venecia. La arquitecta italiana publica en 2014 este interesante texto a modo de excusa para el título de la bienal de Venecia de 2014, precisamente comisariada por Rem Koolhaas. Porque ese año el título de la cita arquitectónica fue “Elements of architecture”, donde se diseccionan los órganos que componen ese gran cuerpo vivo llamado “edificio”: la planta, la pared, el techo, la cubierta, la puerta, la ventana, la fachada, el balcón, el pasillo, la chimenea, el aseo, la escalera, el ascensor, la rampa…

En realidad lo que ese año se promulgó fue una vuelta al origen de la arquitectura para estudiar pormenorizadamente la función de cada uno de los elementos que hacen posible la arquitectura, y cómo, sin renunciar a la funcionalidad, la estética de cada uno de ellos, su tamaño y su forma de relacionarse entre sí permiten infinitas posibilidades.

Hoy quiero centrarme en la ventana. Un elemento directamente relacionado con la planta; y con los muros. Concretamente los exteriores. Y por ende, con la composición de las fachadas. Pero también puede llegar a estar incluso relacionada con el techo y con la cubierta. Todo es posible.

La vivienda de todos nosotros nace con vocación de refugio. A lo largo de toda la historia. En la actualidad, como ya expliqué en otra ocasión, los peligros han cambiado. Pero este espacio es el lugar donde descansamos y donde somos verdaderamente libres. Los muros exteriores nos protegen de las inclemencias meteorológicas, pero necesitamos abrir “huecos” que permitan introducir la luz natural al interior. Y no solo para desarrollar actividades bajo un techo, sino para relacionarnos visualmente con el exterior. El ser humano es una ser sociable y posee la necesidad de sentir que pertenece a una comunidad. Es algo que le confiere confianza e incluso sentido a su existencia. De ahí que las ventanas tengan una función esencial en la arquitectura. Aunque cada cultura o cada ubicación geográfica posea sus propias preferencias al respecto.

Las ventanas (fenestraciones, como solía decir en clase el catedrático de composición de mi escuela de arquitectura de Donostia, D. Javier Cenicacelaya) han sido históricamente un símbolo de la arquitectura. La desaparición del muro de carga permitió abrir un mundo de posibilidades al diseño de las fachadas. Le Corbusier y Mies Van de Rohe, entre otros, hicieron de esta nueva situación su particular forma de hacer arquitectura, abanderando el nacimiento de la “modernidad” arquitectónica.

Hoy día, las ventanas de la mayoría de nuestros edificios se han convertido en monótonas incisiones rectangulares que permiten la iluminación y ventilación de las estancias en las que se encuentran. Lugares por donde miramos y por donde podemos ser vistos. Aunque también las ventanas nos observan a nosotros…

En el salón, siempre la unidad más grande. En la cocina y en los dormitorios, tamaño intermedio. Y en los baños (cuando hay suerte) una estrecha ventana. Los ventanales parecen estar prohibidos. Y en algunas ocasiones (núcleos rurales) lo están. Pero muchas veces no. Por ejemplo, el Código Técnico de la Edificación (CTE-HE) simplemente establece unos valores de eficiencia energética. Y avanzo que es posible cumplirlos sin la necesidad de mantener ventanas de dimensiones estandarizadas. Incluso va en contra de algunos principios de arquitectura bioclimática (como los captadores solares).Por ello, no se comprende por qué no se recurre a ampliar la dimensión de esos huecos que nos conectan con el exterior; es como si existiera algún tipo de rechazo colectivo inoculado en la sociedad. Para mí, un auténtico error que debería corregirse cuanto antes.

Al igual que existen 360 grados y no tiene sentido ceñirse a uno -tal y como afirmó la maravillosa Zaha Hadid (DEP)- tampoco es lógico conformarse con un estereotipo de ventana que se repite hasta el infinito en los edificios residenciales que se construyen en la periferia de nuestras ciudades. Tantas tipologías, tantas personas diferentes y tan poca variedad en las incisiones de nuestras fachadas. No es lógico. En este sentido, el arquitecto debe pararse a pensar si todas las aberturas necesariamente deben ser practicables (abrirse), o si todas deben tener la misma dimensión. Y forma. Y ubicación.

Por todo lo anteriormente expuesto, voy a exponeros brevemente estos tres factores que tan infrautilizados se encuentran, y que pueden servir para diferenciar las ventanas de nuestra era y contribuir a mejorar la arquitectura en el mundo actual y futuro. Simplemente exponeros la duda que permita plantear nuevas soluciones, porque creo que solo si se cuestiona lo preestablecido se consigue avanzar.  El progreso parte del debate, de la propuesta de nuevas iniciativas para resolver los problemas presentes y alcanzar el objetivo último: emocionar a las personas y, si es posible, hacer mejor su vida.

En primer lugar os voy a hablar del tamaño de las ventanas que nos rodean. La medida estrella de la unidad más famosa es 1,20 x 1,20 metros. En dos hojas, normalmente. Una joya de la estandarización; sirve para todo. Da igual si es un dormitorio en una vivienda de protección oficial o una estancia cualquiera en una obra de restauración de una casa de pueblo. Fácilmente accesible, limpiable y manejable. Una maravilla: todo ventajas.

Por otro lado, hay un segundo elemento clave que define la personalidad de las ventanas: su forma. El rectángulo o cuadrado son las figuras estrella. De nuevo, fáciles de montar y con los menores problemas posibles de funcionamiento. Al fin y al cabo, serán longevas y debemos dotarles de buena salud al llegar al mundo. Además, esta sencilla forma regular permite configurar su disposición en malla o retícula, siguiendo tanto ejes verticales como horizontales.

Finalmente, existe un tercer factor: la ubicación dentro de los espacios. Los bloques de viviendas suelen albergar una superposición de viviendas perfectamente alienadas en un plano vertical (fachada) con el fin de alcanzar el máximo aprovechamiento urbanístico. Aunque realmente, existen otras opciones para utilizar la misma edificabilidad y proponer formas y alineaciones diferentes. Precisamente ese estereotipo compositivo es un corsé que nos impide plantear otro tipo de soluciones. Para empezar, impide la ubicación de ventanas en los paramentos horizontales o inclinados, planos donde pueden inscribirse interesantes lucernarios (normalmente restringidos a espacios de bajo cubierta, situados en la última planta del edificio). La estanqueidad de las cubiertas está más que garantizada con las técnicas constructivas actuales, de modo que no hay problema en incorporar iluminación cenital.

Mi casa me está enseñado muchas cosas. Directa e indirectamente. También sobre las ventanas, sobre cómo estas tienen la capacidad de unir el mundo interior y el exterior y de cómo los volúmenes se perciben bajo la música que orquesta el sol. La luz y el silencio son mi fuente de inspiración. Desde el interior de mi casa puedo ver un pedazo de cielo. Bueno, en realidad son muchos y muy diferentes entre sí. Según la hora del día y la estación del año, la luz baña los espacios creando un espectáculo único.

Poder elegir hacia dónde mirar para ver el cielo es un lujazo. Un privilegio fácilmente extrapolable a muchas otras viviendas y edificios de múltiples usos, aunque por economía no se haga. Una pena. La estandarización de la que antes os hablaba. Aunque como ya os adelantaba antes, en ocasiones la normativa urbanística impone unas ilógicas reglas del juego. Comprendo que regular un elemento como la ventana se convierte en una prioridad para la rígida mentalidad de quienes desarrollan el planeamiento, sobre todo en nuestro país. La falta de regulación sería un caos, piensan, sin considerar que puede haber soluciones que aporten calidad arquitectónica y eficiencia energética a nuestros edificios.

Mientras termino de escribir estas palabras, giro mi cabeza y veo a través de un amplio ventanal una ágil cigüeña que lleva algo en el pico. Parece una rama. Un instante después, llama mi atención el sonido que emiten dos patos comunes machos mientras se dirigen a un estanque cercano. Atardece. Y siento que el día se extingue por las sombras alargadas que se proyectan en el salón, y por el ambiente anaranjado que tiñe toda la casa. Vuelvo a mirar la pantalla de mi ordenador y me siento afortunado por estar vivo. Por poder disfrutar del sol y de la belleza de un cielo infinito.

Como las posibilidades de las ventanas en la arquitectura.