Este es mi último post sobre el viaje que realicé en verano a los Países Bajos. Holanda es para mí el país donde se proyecta y construye la mejor arquitectura del mundo. En mi reciente vista he descubierto numerosas obras de arquitectos con reconocimiento internacional y otras de desconocidos técnicos holandeses. Muchos comparten estilo, y otros directamente son fieles a sus propios principios. Pero en estos existe un ingrediente común: la voluntad de aportar. Algo que parece sencillo, pero que requiere una gran dosis de compromiso personal con la profesión. Y no siempre se consigue. Pero en Holanda se evidencia que merece la pena intentarlo.
La arquitectura contemporánea de este país no se entiende sin la figura de Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944), una persona completa y compleja, posiblemente el arquitecto más completo del mundo. Durante algunos años de su adolescencia vivió en Indonesia, muy lejos de nuestro primer mundo. Esta experiencia sin duda le sirvió para valorar la vida en su justa medida. Sobre esta base comenzó a cimentarse una personalidad única, inconformista, rebelde y creativa, sobre la que se construyó a sí mismo. Premio Pritzker de arquitectura en 2000, es precursor de un discurso teórico que replanteó la forma de proyectar. Su legado impregna varias generaciones de arquitectos de todo el mundo, y su estela ha dejado una multitud de discípulos en el propio país que han contribuido a lo que hoy en día en Holanda en el panorama internacional. Afirma que el la sociedad actual está determinada por tres principios: la comodidad, la seguridad y la sostenibilidad. Sin duda, un muy interesante tema para charlar ampliamente. Aficionado a la natación (como Le Corbusier), estoy seguro de que estas dos figuras comparten mucho más que el placer de rodearse de agua.
La labor intelectual de Koolhaas es absolutamente inusual, y se ha combinado siempre con una frenética actividad en proyectos y obras de todo tipo. De carácter transgresor, aporta un tipo de arquitectura adaptada a un mundo cambiante. Su esfuerzo por entender la cultura del lugar y aportar la mejor solución para cada emplazamiento caracteriza especialmente su obra.
Desde mi época de estudiante (hace casi 25 años) la obra de OMA/Rem Koolhaas despertó en mí un especial interés y admiración que continúa hasta hoy, aunque con algunos matices. Tal vez no sea el arquitecto más popular entre la población, ya Gehry,Hadid,Foster, etc se encuentran por encima, pero sin duda goza de la máxima reputación entre los arquitectos de todo el planeta. A sus 71 años Rem Koolhaas proyecta la arquitectura del futuro desde su estudio “Office for Metropolitan Architecture” (OMA).Con 400 trabajadores a su cargo, uno puede hacerse idea del volumen de trabajo que mueve. Afortunadamente, la sociedad creada le permite delegar más y viajar menos. La mayoría de los empleados trabaja desde la sede central en Rotterdam, aunque Rem vive actualmente (y desde hace 6 años) en Amsterdam. Con una envidiable posición, continúa trabajando cada día con “relativa humildad” en grandes obras repartidas por medio planeta. Porque Koolhaas se considera ciudadano antes que arquitecto. Y este principio es fundamental para ejercer la profesión con honestidad. De carácter reservado, el documental que recientemente estrenó su hijo Tomas en el festival de Venecia (titulado “REM”) pretende mostrar a la gente de la calle el espíritu que guía su obra.
Actualmente se encuentra concursando en la ampliación del Museo del Prado de Madrid, tras el aburrido trabajo realizado por Moneo en 2007, que por cierto ahora este último se encuentra en el jurado (sic).Esperemos que por fin podamos contar en España con alguna obra de este gran genio.
Entre la obra de Koolhaas que he podido visitar en Holanda se encuentran edificios de diferentes épocas. En la Haya he visitado obras como el bloque de viviendas de Dedemsvaartweg (1998) o la sala de conciertos Paard van Troje (1995-2003). En esta última tuve la suerte de realizar una visita por su interior, a pesar de estar cerrada al público en ese momento.
En Rotterdam pude acercarme hasta las “dos viviendas patio” adosadas, que se encuentran al Oeste de la ciudad, en una zona residencial muy próxima a un inmenso lago. Este proyecto de 1988 fue de sus primeras obras y me resulta especialmente interesante por la distribución del espacio interior alrededor del patio innecesariamente creado y de nuevo por la materialidad de los elementos.
Desgraciadamente, otras obras han desaparecido, como el Teatro de la Haya (1987).Su famoso foyer con su “elipse voladora” fue derribada en 2015.También se han demolido la estación de autobús Stationsplein de Rotterdam o un montaje expositivo en el Museumpark.
Holanda está en plena ebullición, y los centros de las grandes ciudades están colapsados por faraónicas obras que fagocitan los elementos obsoletos que interfieren en su visionaria transformación. La Haya no es una excepción, y aquí una de las obras protagonistas será el edificio “Former VROM” de OMA que se encuentra en construcción. Junto a la estación central de tren, esta rehabilitación integral del edificio existente albergará de nuevo oficinas del gobierno pero con un estilo contemporáneo.
Esta obra, o la estación de metro de Grote Marktstraat (en plena zona comercial de La Haya y muy cerca de la sala de conciertos Paard van Troje) no se encuentran a la altura de su creador. Parece que en este momento todo vale, y lo único que importa es que cualquier proyecto lleve simplemente la firma de OMA.
El edificio de oficinas y viviendas Timmer Huis (2015) de Rotterdam o el gigantesco edificio “De Rotterdam” (2013) ubicado en un privilegiado emplazamiento de la bahía junto al puente Erasmus de Ben Van Berkel son otros ejemplos que se encuentran en la misma tesitura.
Sin embargo, desde mi punto de vista la esencia de Koolhaas en todas estas últimas obras ha desaparecido. Es cierto que “De Rotterdam” me ha impresionado, pero más por sus dimensiones y por la fuerza del emplazamiento. Porque el proyecto tan solo se reduce a un juego de volúmenes en voladizo, cuya piel resulta monótona y anodina. En el hotel “n” de la cadena NH, los interiores seguramente son creación de un estudio de interioristas. El lobby es bastante discreto, y tan sólo el bar-restaurante de la planta séptima resulta especialmente destacable. Pero sin duda, la parte de la naturaleza que dialoga con esta obra es una maravilla. Y es que el mayor lujo de esta obra es contemplar el atardecer desde la terraza de la séptima planta, cuyas vistas son simplemente de película.
Esperemos que Koolhaas nos siga acompañando durante muchos años más, y si es posible, recupere la esencia de sus primeras obras, como el Kunsthal de Rotterdam o el Educatorium de Utrecht.