casa 33

el proyecto de toda una vida…

El libro de la historiadora Natalia Tubau “Guía de
arquitectura insólita” incluye una selección de arquitectura
“excéntrica” realizada por personas sin formación en la materia y con
materiales mayoritariamente reciclados. Publicado en Octubre de 2009, yo
lo adquirí y leí en Enero de 2010.Su lectura me atrapó desde el primer
momento, a pesar de tratarse de una enumeración de obras que repite en
muchos casos el mismo patrón. En su introducción, Natalia Tubau 
escribe: “ Resulta sorprendente lo que los seres humanos pueden llegar a
hacer movidos por la fe o por el afán de singularizarse”. Esta frase
resume muy bien el espíritu de todos aquellos “creadores” que se
mencionan en el libro. Y si desubicamos esas palabras, que tal vez por
eso me cautivaron, me veo reflejado en ellas a través del espejo de mi
alma que es la casa 33.

En esta publicación “conocí” a Justo Gallego Martínez, un
sacerdote reconvertido en improvisado albañil. Nacido en Mejorada del
Campo (a 20 kms de Madrid) en 1925, la tuberculosis lo apartó de forma
prematura del monasterio en que se encontraba, por lo que decidió
mostrar su fe mediante la construcción de una catedral. Y lo que empezó
de forma modesta, se ha convertido en la “catedral de Justo Gallego” que
le conferido una importante profusión entre los madrileños.

Por ello, en mi reciente visita a la capital me acerqué hasta
Mejorada del campo para tener una opinión objetiva sobre este trabajo.

Sin duda, es absolutamente loable su perseverancia. Debo
reconocer su mérito. Es un auténtico soñador que trabaja cada día en la
obra que da sentido a su vida. Con 91 años, dedica el tiempo que le
regala el Señor en construir una creación en su honor.

 

El anuncio de Aquarius en la televisión supuso un importante
impulso económico para el proyecto, pero a día de hoy, en esta faraónica
creación falta aún mucho dinero para terminar. Y por eso,
desgraciadamente, la  construcción de Justo languidece. Las ingentes
dimensiones del gigante “de barro” complican su finalización. Y lo que
es peor: las características estructurales de esta “obra de arte”
complican (y mucho) la utilización futura del recinto religioso como
centro de congregación de personas.

El esquema en planta es casi impecable. Es evidente que ha
habido una mezcla de inspiración mezclada con una sólida labor de
investigación, que se han visto aderezadas por las aportaciones de
múltiples colaboradores a lo largo de los años.

Sin embargo, tras mi cita con la arquitectura de los sueños,
abandoné aquel lugar con una sensación de decepción. De tristeza. Porque
una bella intención camine hacia un callejón sin salida. No hace falta
más que darse una vuelta por el interior del recinto  para observar cómo
un halo de decadencia se cierne sobre la construcción y amenaza muy
seriamente su permanencia en el tiempo.

La obra muestra una ausencia total de medidas de seguridad,
pero sobre todo queda naufraga en el océano de la  realidad por la baja
calidad y el tratamiento otorgado a los materiales de construcción que
se han utilizado.

En algún momento, ya no, un proyecto “arquitectónico”
conductor y una proporcionada dotación económica hubieran supuesto sin
duda un cambio de trayectoria, para este gran sueño hecho realidad.